Madrid, 15 mar (dpa) – La Venezuela «bolivariana» generó la mayor diáspora en la historia del país. Y la literatura no podía ser una excepción: un potente grupo de autores venezolanos emigrados reflexiona sobre su país y el mundo desde su nueva mirada exterior. El joven Rodrigo Blanco Calderón figura entre los más prestigiosos.
«Al salir del país uno sale también de uno mismo, de la persona que uno era en un entorno familiar, y empieza a ver muchas cosas que la cercanía no te permitía ver», confiesa en una entrevista con la agencia dpa en Madrid, donde este viernes presenta su nuevo libro de relatos, «Los terneros» (Páginas de Espuma).
Residente desde hace dos años en París, donde escribe su tesis, Blanco reflexiona sobre la problemática figura de Simón Bolívar, el camino que llevó a Venezuela a su situación actual, las particularidades de la literatura venezolana en el exilio y los claroscuros de la «Ciudad de la Luz».
dpa: La coincidencia de potentes escritores de su país en el exterior permite hablar de una literatura venezolana de la emigración. Como miembro destacado del grupo, ¿qué rasgos particulares le ve?
Blanco: Hay un nivel temático más evidente: historias de personajes venezolanos que emigran a España, Europa, Estados Unidos. Se veía ya en Miguel Gomes, uno de los primeros en irse. Ya en los años 80 vivía en Estados Unidos y muchos de sus cuentos incluyen esos personajes.
El nivel que me está interesando particularmente a mí es el del lenguaje, como en el caso de Juan Carlos Méndez Guédez, que mezcla elementos del español de Caracas con el que se maneja en Salamanca o Madrid. Esa mixtura me llama la atención, porque creo que es un dato nuevo que refleja bien el espíritu de esta época, donde lo nacional importa cada vez menos.
dpa: En su caso, muchos de sus cuentos se dan en un ambiente nocturno. ¿Es un reflejo de la situación en Venezuela?
Blanco: Mi novela «The Night» empezaba en 2010, cuando el Gobierno de (el presidente Hugo) Chávez decreta el sistema de cortes eléctricos y empieza la crisis energética. El país queda a oscuras. Las calles se empiezan a vaciar de gente, el alumbrado público ya no existe. Venezuela entró en una fase oscura literal y metafóricamente.
«Los terneros» también es un libro nocturno. Creo que sigo en ese ambiente de cierta oscuridad. Se me hace difícil escribir historias que sean particularmente luminosas.
dpa: Es curioso que ahora esté en París, la «Ciudad de la luz»…
Blanco: Francia es un país impresionante, muy consciente de su pasado. Eso les permite seguir adelante. Pero al estar ahí, por momentos parece una sociedad muy estancada, que no ve futuro. Parece que las glorias del pasado no les bastan para ser optimistas. Para el que vive en París, puede que tampoco sea una ciudad demasiado luminosa.
dpa: Usted llegó a París diez días después de los atentados de Bataclán y se encontró un ambiente que refleja uno de los cuentos de «Los terneros».
Blanco: Llegué en un momento en el que, como dice un amigo que vive en París, la fiesta ya se había terminado. Al emigrar te das cuenta de que cada país tiene sus problemas. Cuando echas un vistazo global, yo a veces tengo la impresión de que estamos en una época apocalíptica, en el sentido de que hay algo que está desmoronándose. Mi estancia en París me ha confirmado muchas de esas cosas.
dpa: ¿También la visión sobre el país propio cambia al estar fuera?
Blanco: Sí, es impresionante. Al salir del país, uno sale también de uno mismo, de la persona que uno era en un entorno familiar, y empieza a ver muchas cosas que la cercanía no te permitía ver.
dpa: ¿Qué vio usted de Venezuela al estar fuera?
Blanco: A nivel histórico, la figura de Simón Bolívar. El padre de la patria, el héroe y demás ha creado uno de los complejos colectivos más fuertes que hay en Venezuela: militarismo, dependencia, paternalismo… Eso explica mucho de la situación en la que está el país ahora.
Un segundo elemento es el petróleo, el hecho de vivir en un país con las mayores reservas de petróleo del mundo y que culturalmente lo sabe. Empiezas a entender muchas cosas de por qué los venezolanos somos de esta manera y no de otra.
dpa: Llama la atención que incluya «la dependencia» entre la herencia de un gran mito libertador.
Blanco: Bolívar es la figura que articula el proceso de independencia en el continente sudamericano. Pero a la vez crea un nuevo sistema de dependencia con respecto a la figura autoritaria del poder. Es una faceta con la que se identificaron figuras como Benito Mussolini. Hay una nueva corriente de historiadores venezolanos que apuntan precisamente al costado problemático de eso.
Luego está el militarismo. Uno mira los 200 años de historia del país y ve que la democracia ha sido un oasis en medio de una larga tradición militarista. Chávez tenía una fijación muy fuerte con la figura de Bolívar, como la han tenido todos los presidentes de Venezuela, solo que en su caso llegó a niveles patológicos de creerse una encarnación o exhumar el cadáver para tocarlo.
RODRIGO BLANCO CALDERÓN (Caracas, 1981) está considerado una de las voces más potentes de la joven literatura venezolana. En 2007 fue incluido en el grupo Bogotá 39, que reunió a los mejores narradores latinoamericanos menores de 39 años. Es autor de libros de cuentos como «Una larga fila de hombres» (2005) o «Las rayas» (2011) y de la novela «The Night» (2016), traducida a varias idiomas y premio Rive Gauche à Paris como mejor novela extranjera en Francia.
Por Pablo Sanguinetti (dpa)