Patna, 28 feb (dpa) – Es temporada de bodas en India. A nadie pasa desapercibido en Patna, en la capital del estado de Bihar, en el noreste del país. Casi todas las noches, desde fines del año pasado, automóviles repletos de parlantes desde los que suena música hindi suben y bajan por las calles. Los petardos y los tamborileros hacen que el ruido sea atronador.
Vinod Kumar no se siente del todo bien con este ruido. El ingeniero, de 29 años, llegó el 3 de diciembre desde el estado vecino de Jharkhand para asistir a la boda de un amigo. Esa misma noche, se casó él, aunque de forma inesperada y contra su voluntad, según dice. Fue víctima de un fenómeno que se llama matrimonio forzado o «secuestro de novio».
Cuando su padre estaba en coma en enero de 2017, en el hospital se presentó ante él un hombre llamadio Surender, quien dijo ser amigo de su padre, cuenta Kumar. Siguieron en contacto tras la muerte de su padre, y Surender le ofreció una y otra vez ayuda por sus supuestos contactos en la política. Cuando Kumar viajó a la boda de su amigo a Patna, Surender lo invitó a tomar un té a su casa.
Allí, Surender y varios de sus familiares lo agarraron por la fuerza, le sacaron el teléfono móvil y lo encerraron en un cuarto. «Le pregunté: ‘¿qué quieres de mí?’ Y me dijo: ‘Debes casarte con mi hermana'», cuenta Kumar. Sus secuestradores lo golpearon y lo amenazaron con matarlo si se rebelaba. Tenían armas.
De acuerdo con un informe de la agencia de noticias india IANS, Kumar fue uno de los alrededor de 3.400 novios secuestrados el año pasado en Bihar, un estado pobre con más de 100 millones de habitantes y la fama de que allí no impera la ley. Al ser consultada, la Policía dijo que no hay estadísticas sobre «secuestros de novios». Lo que no está en duda es que es frecuente que los hombres sean secuestrados cada tanto en Bihar y forzados a casarse.
El peor momento fue en el marco de una crisis agraria en los años 80, explica Rupesh, jefe de la organización sin fines de lucro Koshish en Bihar. Según cuenta, en ese entonces empezaron a estudiar hijos de campesinos, que obtenían buenos trabajos. Eso hizo que subiera su valor como maridos, y muchas familias de mujeres jóvenes en India ya no podían pagar la dote, prohibida desde 1961 en India pero de todas formas vigente.
El casamiento de sus hijos, mayormente a través de matrimonios arreglados, es de enorme importancia para las familias de la India. Por eso, algunos padres en Bihar tomaron medidas drásticas para conseguirles a sus hijas maridos en buena posición: secuestraron a hombres seleccionados previamente, o contrataron a delincuentes para hacerlo. No fueron pocas las ocasiones en las que, literalmente, les colocaron una pistola sobre el pecho. De acuerdo con Rupesh, que solo usa uno de sus nombres, esto pasaba en los 80 cada dos o tres días.
En Internet circula un video en el que se puede ver cómo Vinod Kumar tolera llorando los ritos de una boda hindú mientras varias personas lo tironean. La novia también se ve infeliz. Kumar dice que no intercambiaron una palabra. «Me hubiera sentido igual si me hubieran obligado a casarme con un búfalo», dice.
Pasó la noche encerrado, cuenta. A la otra mañana lo obligaron a llamar a su hermano y decirle que se había casado voluntariamente. El hermano sospechó que algo andaba mal y acudió a la Policía, que, según Kumar, estaba confabulada con los secuestradores. La Policía fue a la casa de Surender y lo convenció de que debía aceptar la boda, de lo contrario le pasaría algo malo.
Kumar cree que debe agradecer a sus familiares y amigos el hecho de que la Policía lo haya puesto en libertad esa misma noche, que llamaran la atención sobre el hecho en las redes sociales y lograran que la televisión local informara de ello.
En general, según Rupesh, el novio secuestrado es obligado a concretar la boda a través del acceso carnal. En muchos casos, las parejas siguen juntas, sobre todo debido a la presión social de no romper un matrimonio, considerado un vínculo sagrado. Debido a que esta práctica también ha llevado a conflictos en las familias, explica Rupesh, se redujeron en los últimos años los casos de «secuestros de novios».
De todas formas, le pasó a Vinod Kumar, sobre todo porque debido a su trabajo como jefe junior de una acerera estatal, era un buen candidato y la hermana de Surender, a mitad de sus 40, ya no tenía posibilidades de hallar un novio «voluntario», opina. Él logró escapar, y no hay certificado de matrimonio que lo asocie a esa mujer. Pero los secuestradores aún no pagaron por lo que hicieron. Kumar dice que Surender lo llama una y otra vez y lo amenaza.
El presunto autor sigue siendo buscado, pero no hay rastro de él, según explicó el jefe de la comisaría a cargo, D.K. Vishwakarma. Él niega que haya corrupción en su comisaría, pero confirma que hay investigaciones contra él y otros dos policías debido a una queja de Kumar con el jefe de Policía del distrito.
Ahora, Kumar está nuevamente en Patna para hablar ante la comisión estatal de derechos humanos de Bihar. «Quiero que el matrimonio sea declarado inválido y que la gente que hizo esto sea castigada», dice. La experiencia lo afectó psíquicamente y tiene miedo de viajar solo. Sin embargo, esto no le quitó sus ganas de casarse. «Quiero un matrimonio normal, natural, arreglado por mi familia», dice.
Por Nick Kaiser (dpa)