Miami, 18 feb (dpa) – «La fama puede ser como veneno»: la frase ronda constantemente en la cabeza de la cantante Rihanna, la súper estrella del pop que nació hace 30 años en Barbados, estudió hasta la primaria y en poco más de una década de carrera se ha convertido en una leyenda de la música.
Pero casi 150 premios en todo el mundo – entre Grammy, Billboard, People, MTV y otros-, más de 270 millones de discos vendidos, la etiqueta de ser una de las artistas más influyentes y con mayores ventas digitales de todos los tiempos parecen no ser suficientes para elevar algunos centímetros del suelo a Robin Rihanna Fenty.
Su conexión con los más de 80 millones de seguidores que tiene en Twitter y los 60,1 de Instagram es única. Desde consejos de amor hasta ayudar a un seguidor a salir del armario se han visto entre los más de 10.000 mensajes y 4.000 fotografías que ha compartido en esas redes sociales.
«Todo se ve como si fuera purpurina: perfecto y lindo. Pero hay una gran caída cuando pretendes ser alguien que vive lejos de la tierra, lejos de la realidad, flotando en una burbuja protegida por la fama y el éxito», dijo la artista a la revista «Vanity Fair».
Rihanna nació el 20 de febrero de 1988 en Barbados, un país insular conocido por sus hermosas playas y un exquisito ron. Desde pequeña, tuvo claro que su vida sería la música aunque para su madre, Monica Fenty, fuera simplemente un pasatiempo.
El raro contraste de ojos verdes y piel morena fue solo uno de los atributos con el que el productor Evan Rogers se topó hace aproximadamente 15 años en Bridgetown, la capital de Barbados, cuando conoció a la jovencita que entonces soñaba con ser como Mariah Carey y Whitney Houston.
«Cuando la vi pensé: si sabe cantar sería ¡perfecto!», reconoció Rogers en el libro «La máquina de la canción» escrito por el autor John Seabrook.
«Tenía una increíble presencia. Su maquillaje era perfecto y tenía un pantalón con unos zapatos que combinaban perfecto con sus ojos grises y su cuello de súper modelo», agregó el visionario empresario musical.
Ese fue el arranque de una carrera imparable: en 2005 lanzó bajo la producción de Daf Jam Recording su primer disco «Music of the Sun», cuyo sencillo «Pon de Ripley» logró ponerla dentro de la órbita musical estadounidense.
No obstante, el éxito verdadero llegó con su tercer álbum, «Good girl gone bad». «Umbrella», con la colaboración del rey Midas de la industria musical Jay-Z, llegó a ser una de las canciones más vendidas de la primera década del siglo XXI.
Con ella Rihanna fue número uno en Estados Unidos, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Dinamarca y España. Además fue la entrada directa a ser reconocida como «la reina del R&B» y el inicio de la cosecha de nueve premios Grammy que suma desde 2008.
Además de destacar su sensualidad, talento y belleza, las portadas de las revistas también se han centrado en la vida personal de Rihanna, como cuando fue víctima de violencia de género por parte de su ex novio, el cantante Chris Brown, que la golpeó tras una fiesta en 2009.
Su apego a Barbados y a la realidad que millones de niños y niñas viven en el mundo también la han llevado a desarrollar una intensa labor filantrópica: hace 12 años creó la Fundación Believe para atender a pequeños con enfermedades terminales.
Asimismo, la isleña, que tiene una lucrativa marca de cosméticos, es embajadora de la Alianza Mundial para la Educación (GPE, por sus siglas en inglés). «Todos los niños en todas partes tienen que tener la oportunidad de acceder a educación de calidad», señaló la cantante recientemente.
Aunque no se sabe con certeza cómo celebrará Rihanna sus tres décadas de vida, lo más seguro es que esté el próximo martes con su familia y su novio, el multimillonario saudí Hassan Jameel, quien conquistó desde mediados del año pasado el corazón de la barbadense.
Por Tatiana Rodríguez (dpa)