Berlín, 4 mar (dpa) – «Nosferatu», la obra maestra del director alemán Friedrich Wilhelm Murnau y la primera película sobre la novela de terror «Drácula», celebra los 100 años de su estreno, que tuvo lugar el 4 de marzo de 1922 en Berlín.
La cinta expresionista sobre vampiros es uno de las pocas en blanco y negro que encontró un lugar destacado dentro de la cultura pop. La mítica escena en la que una escuálida sombra humana sube una escalera fue copiada un sinfín de veces.
Entre quienes se suman a las celebraciones por este aniversario, se encuentra el canal de cultura franco-germano Arte, que emitirá desde hoy y hasta el 9 de marzo varias noches temáticas sobre vampiros.
También podrá verse el original restaurado con su atemorizador protagonista Max Schreck (cuyo apellido, que no es un nombre artístico, significa «susto» en alemán), así como el documental «Nosferatu – Ein Film wie ein Vampir» (Nosferatu, un film como un vampiro).
En esa cinta brinda su testimonio, entre otros, el investigador de cine y experto en «Nosferatu» Rolf Giese, para asegurar: «Lo especialmente interesante en ‘Nosferatu’ es que el terror estaba en la sala de cine, pero también fuera de ella».
Por todas partes en el paisaje callejero podían verse soldados que regresaban del frente con horrorosas mutilaciones. «Había finalizado la Primera Guerra Mundial. Y a continuación de la guerra, llegó la Gripe Española y se propagó. El vampiro en la pantalla grande era como un mensajero. Era como un virus personificado».
Aparentemente el productor del film Albin Grau trajo de la guerra la idea del vampiro. Se cuenta que un campesino serbio le habló de un pariente que no se había descompuesto en el ataúd y al que también le habían crecido colmillos de vampiro.
«Se puede afirmar que Albin Grau era como un talento universal», señala el publicista Friedemann Beyer en el documental. «Era un pintor de afiches, un artista gráfico de afiches. Pero también se sintió convocado a cuestiones más elevadas. Por eso se involucró en la producción de películas y fue maestro de una logia ocultista. Y eso, además, estaba muy en consonancia con el espíritu de la época».
Grau encontró el complemento perfecto en Friedrich Wilhelm Murnau, quien es considerado el más importante director alemán del cine mudo junto a Fritz Lang.
De sus alrededor de 20 películas, lamentablemente ocho se encuentran desaparecidas. Su técnica de la «cámara desencadenada», que Murnau aplicó en 1924 para su tragedia «El último hombre», fue considerada una innovación tan grande que puede compararse con la del cine sonoro.
Sin embargo, la carrera de Murnau se vio marcada por innumerables reveses.
Y «Nosferatu» se convirtió en su mayor fracaso. No solamente que los numerosos rodajes en exteriores -entre otros, en los Cárpatos- insumieron mucho dinero. No solamente que los productores desviaron gran parte del presupuesto de producción a lujos privados, como vino y puros caros.
Y no solamente invirtieron sumas enormes en publicidad («Nosferatu» es considerada la primera película con un presupuesto publicitario superior al presupuesto real de la película).
Ocurrió también que ignoraron por completo la cuestión de los derechos de autor. Porque, más allá de lo que hubiera podido inspirar a Grau, el film era una claramente reconocible adaptación cinematográfica de la novela «Drácula» de 1897.
«Luego del estreno de ‘Nosferatu’, se presentó la viuda del autor del original y demandó a la productora Prana Film por daños y perjuicios», explica el historiador Beyer.
«Prana Film no había adquirido los derechos de la novela de Bram Stoker. Hubo una decisión judicial indicando que la película y todas las copias del film debían ser destruidas. En este sentido, esta película es casi un muerto viviente que aún vagabundea hoy día», sostiene.
Previamente grandes cadenas de cines habían evitado la película, a lo que se sumó la demanda. «Nosferatu» solamente sobrevivió gracias a numerosas copias pirata tanto en el país como en el exterior.
Actualmente el film es considerado una obra cumbre del expresionismo alemán y un importante patrimonio cultural germano. En 2005, una copia en la Cinémathèque française se convirtió en la base para su restauración y digitalización.
O sea que, mientras que la película pudo encontrar un buen final, no puede decirse lo mismo de Murnau. Se accidentó en 1931, en una de las carreteras más bellas de California, entre Hollywood y Monterey.
El vehículo era conducido por un menor de 14 años, que perdió el control. De acuerdo con los reportes de la época, solamente 11 personas asistieron a su entierro, entre ellas la diva Greta Garbo y el cineasta Fritz Lang.
Pero Murnau no encontró la paz ni siquiera en su reposo final. En 2015 su tumba fue profanada y fue robada su cabeza, que continúa desaparecida hasta hoy.
Por Christof Bock (dpa)