Berlín, 13 feb (dpa) – La nueva presidenta designada del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Andrea Nahles, se labró un nombre en la política nacional durante el último Gobierno del SPD, hace 15 años, cuando siendo diputada encabezó una rebelión interna para evitar que se aprobaran profundas reformas del sistema social en el país.
Ahora, convertida en jefa parlamentaria del SPD y tras ejercer como ministra de Trabajo en la pasada legislatura, la política de 47 años busca devolver la ilusión a una formación sumida en una crisis de identidad y desmoralizada por las continuas derrotas electorales.
Nahles afrontará su primera prueba de fuego inmediatamente después de estrenar su nuevo cargo. En las próximas semanas recorrerá Alemania para pedir el voto favorable de los más de 460.000 militantes al acuerdo de coalición de Gobierno sellado la pasada semana con los conservadores de Merkel.
En caso de que convencer a una mayoría, reforzaría su autoridad en el partido y allanaría el camino para convertirse en la candidata del SPD a la cancillería en las elecciones generales de 2021.
Tendría opción así de cumplir un sueño de juventud, pues la nueva líder de la socialdemocracia europea declaró en una revista escolar que de mayora aspiraba a convertirse en «ama de casa o en canciller».
Separada y madre de una hija, Andrea Nahles se convertirá en la primera mujer que lidere el Partido Socialdemócrata de Alemania en sus 154 años de historia.
Licenciada en Filosofía y Filología alemana, es miembro del SPD desde que tenía 18 años. En 2009 fue elegida secretaria general del partido y cuatro años después fue nombrada ministra de Trabajo.
En estos cuatro años al frente de esta cartera, sacó adelante numerosas iniciativas, entre ellas la aprobación del salario mínimo en Alemania y mejoras en las jubilaciones así como en las pensiones que reciben los supervivientes del Holocausto.
En la memoria colectiva, todavía está muy presente un enérgico discurso que Nahles pronunció en enero durante un complicado congreso en el que el SPD buscaba el apoyo de sus delegados para negociar la reedición de una gran coalición con Merkel. Muchos esperan que ese ímpetu contagie a las bases y sirva para recomponer a un partido hecho pedazos que en los últimos tiempos se ha acostumbrado a coleccionar desastres.
Por Andrew McCathie y María Prieto (dpa)