Berlín, 2 jul (dpa) – Alemania puso hoy fin a la intriga palaciega que amenazaba con hacer saltar por los aires el Gobierno de coalición que dirige Angela Merkel después de que la canciller y su ministro del Interior y socio conservador, Horst Seehofer, lograran salvar sus diferencias en el enfrentamiento que mantenían por la política migratoria.
En un país con gran cultura del consenso, el acuerdo entre ambos líderes llegó en Berlín al caer la noche y después de una intensa jornada de encuentros a contrarreloj en la que llegó a participar como mediador el presidente del Parlamento, debido a lo enquistadas que estaban las posiciones.
«Hemos llegado a un acuerdo», anunció el bávaro Seehofer, indicando además su intención de mantenerse al frente del departamento de Interior a pesar de haber amagado tan solo un día antes con su renuncia. «Este acuerdo permitirá evitar la migración ilegal en la frontera entre Alemania y Austria», agregó.
«Es una solución intermedia realmente buena», matizó por su parte Merkel, dejando entrever que detrás de los focos fueron necesarias las concesiones.
El pacto sellado entre las dos formaciones contempla la creación de los llamados «centros de tránsito» en las fronteras entre Alemania y Austria en los que residirían refugiados que hayan llegado a Alemania tras haberse registrado como peticionarios de asilo en otros países de la Unión Europea (UE).
Se trataría de edificios cerrados, de los que los migrantes no podrían salir mientras se resuelve su futuro. Estos entes serían además responsables de llevar a cabo las expulsiones de los migrantes desde Alemania a los países europeos por los que entraron.
«Con esta solución se respeta el verdadero espíritu de colaboración que reina en la Unión Europea y al mismo tiempo se da un paso decisivo para ordenar y controlar la migración secundaria», explicó Merkel al término de la reunión mantenida en Berlín con la cúpula de sus aliados bávaros en la sede de su partido.
Con el compromiso sellado hoy, la política alemana da un giro de 360 grados. Es decir, tras un terremoto de varios días con capacidad incluso para resquebrajar el Gobierno, las cosas en Berlín se quedan tal y como estaban.
Seehofer se mantiene al frente del departamento del Interior y Merkel continúa al frente de un Ejecutivo con mayoría absoluta tras verle las orejas al lobo cuando han pasado poco más de 100 días de que asumiese el poder por cuarta vez consecutiva.
Enterrada el hacha de guerra, Alemania deja atrás días que a punto estuvieron de dejar huella en los libros de historia. El país toma aire pero Europa también respira aliviada al ver como la potencia europea recupera su rumbo tras días de incertidumbre.
En el fondo del conflicto, además de una relación tensa entre dos dirigentes que ya en el pasado demostraron ser «enemigos íntimos», se encuentra la obstinación de los socios bávaros por imponer a contrarreloj una política migratoria restrictiva en Alemania que debe leerse en clave electoral.
La CSU que capitanea Seehofer lucha por mantener su mayoría absoluta en las elecciones regionales de octubre en Baviera, ante la creciente presión de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), una formación que con un discurso antiinmigración creció como la espuma al calor de la crisis de refugiados y se sitúa actualmente como tercera fuerza política en el país.
Por Jörg Blank y María Prieto (dpa)