(dpa) – Tras más de tres meses sin Gobierno, la canciller alemana Angela Merkel buscará el domingo cerrar la crisis abierta tras las elecciones: ese día comienza la ronda de contactos preliminares con el Partido Socialdemócrata (SPD) para explorar qué opciones hay de reeditar la gran coalición de la última legislatura.
«Yo, personalmente, voy a hacer todo lo posible para que esta coalición salga adelante», prometió Horst Seehofer, el líder de la Unión Cristianosocial (CSU) de Baviera, integrada en el bloque conservador que lidera la mandataria.
El encuentro servirá para que los primeros espadas de las dos principales formaciones políticas de Alemania se tomen la medida y vean si efectivamente existe el suficiente consenso como para plantearse el inicio de conversaciones formales y, en base a un compromiso, sentarse a negociar.
La creación de un seguro de salud único, la reagrupación familiar de refugiados con estatus temporal o la reforma de las pensiones figuran a priori como los temas más espinosos, susceptibles de hacer volar por los aires un posible pacto de Gobierno, sobre todo debido a la diferencia de posturas que mantienen el partido hermano bávaro de Merkel y el SPD.
«Un partido que ha logrado el 20 por ciento de los votos en las pasadas elecciones no puede imponer el cien por cien de sus propuestas», advirtió el líder parlamentario de la CSU y ex ministro de Transportes, Alexander Dobrindt.
A pesar de la ardua tarea que tiene por delante, Merkel ha iniciado el año convencida de que logrará encadenar su cuarto mandato consecutivo. Para ello, recalcó, pondrá todo su empeño.
«A los políticos nos han otorgado la tarea de encargarnos de los desafíos del futuro y de tener en cuenta las necesidades de todos los ciudadanos. Yo me siento comprometida con esta misión y también ahora con el cometido de formar rápidamente en el nuevo año un Gobierno estable en Alemania», señaló Merkel en su tradicional mensaje de fin de año.
Merkel y el líder socialdemócrata, Martin Schulz, se han dado de plazo hasta el próximo 12 de enero para ver si las conversaciones llegan a buen puerto.
Es decir, en ese momento los conservadores y los socialdemócratas ya habrán determinado si ven opciones reales de comenzar a negociar oficialmente un posible programa de Gobierno conjunto o si dan el proceso por enterrado, profundizando en la crisis de formación de Gobierno abierta tras las elecciones generales del pasado 24 de septiembre.
Nunca antes Alemania había contado durante tanto tiempo con un Gabinete en funciones.
Tras el fracaso en noviembre de las negociaciones de Merkel con Los Verdes y liberales para sellar una alianza de Gobierno, los socialdemócratas se han convertido en el partido llamado a integrar una gran coalición con los conservadores, como ya hicieran en la pasada legislatura, en un intento por evitar la convocatoria de nuevas elecciones en la mayor economía de Europa.
Pase lo que pase, lo cierto es que tanto conservadores como socialdemócratas no parecen dispuestos a cometer errores del pasado. Ahora está más que descartado el foco mediático que caracterizó la fracasada ronda de negociaciones que el bloque conservador de Merkel mantuvo con liberales y ecopacifistas.
«El estilo será otro», avanzó recientemente Schulz. No habrá fotos desde el balcón, filtraciones, declaraciones continuas ante las cámaras, ni publicación masiva de tuits. Las conversaciones estarán marcadas por la discreción y no se publicarán ni borradores ni documentos de trabajo que se acuerden durante las reuniones.
A pesar de que en el país impera el optimismo, son muchas las voces que apuntan que, de salir todo a pedir de boca, Berlín no contaría con un nuevo Ejecutivo hasta finales de marzo o principios de abril.
Antes, el SPD tendría que consultar a finales de enero en un congreso extraordinario si entre sus filas hay disposición a iniciar conversaciones formales para integrar el Ejecutivo y más adelante pedir a sus más de 400.000 militantes luz verde sobre el acuerdo de coalición al que se llegue con los conservadores.
Entre los socialdemócratas existe gran renuencia a convertirse de nuevo en compañeros de baile de la «eterna canciller». Muchos creen que el revés sufrido en las elecciones generales de septiembre, con un 20,5 por ciento el peor desde 1949, se debió en gran parte a este hecho y temen volver a salir perdiendo como socios menores de Merkel.
De ahí que, a las puertas de volver a dar la mano a la dirigente, se esfuercen por marcar diferencias y presenten otros modelos de Gobierno alternativos a la gran coalición, tales como un Gobierno en minoría tolerado por el SPD o una «coalición light», con los que comprometen menos su perfil de partido social.
Si la hoja de ruta trazada falla, Merkel tendrá que afrontar lo inevitable: una nueva cita con las urnas.
Por María Prieto