Berlín/París, 23 abr (dpa) – Mal que le pese, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tendrá que ocuparse esta semana de las inquietudes y penas de los europeos. El jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, viajan esta semana a Washington.
Pero el carácter de las visitas no podría ser más diferente. Mientras que Macron será recibido con toda la pompa, la corta visita de Merkel del próximo viernes no pasará de una reunión de trabajo desprovista de todo adorno.
Para Merkel será la segunda visita al actual inquilino de la Casa Blanca. Desde aquel 17 de marzo de 2017 han pasado muchas cosas. Entonces faltaban seis meses para las elecciones generales en Alemania y el diario «New York Times» ensalzaba a la democristiana como «líder del mundo libre».
Ya nadie otorgará este título a Merkel. Demasiado tiempo necesitó la conservadora para formar Gobierno, unos seis meses en los que Alemania desapareció de los titulares de la política mundial.
Ahora, con una tercera gran coalición a sus órdenes, Merkel se mantuvo ajena al ataque militar de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido a Siria. Hubo contactos, sí, pero nadie consultó verdaderamente a Berlín.
En 2017, Merkel fue a Washington acompañada de una gran delegación empresarial. Pero esta vez no es el caso. Tampoco están previstas reuniones con Ivanka Trump u otros allegados al presidente. De aquel primer encuentro quedó como recuerdo el debate sobre si Trump se negó o no a estrecharle la mano a Merkel a pedido de los fotógrafos.
¿Viaja entonces Macron a Estados Unidos como el nuevo «hombre fuerte» de Europa? El mandatario francés hablará el miércoles ante el Congreso de Estados Unidos en un discurso en el que destacará los lazos centenarios de ambos países, desde sus inicios hasta hoy.
En su primera visita de Estado en la era Trump, los estadounidenses desplegarán la alfombra roja para el líder galo. Una señal de que el joven político francés se ha ganado la simpatía del impulsivo presidente estadounidense, al que llama amigo. Los dos parecen sintonizar.
«Es el único a nivel internacional que le puede decir a Trump las cosas que le dice», señalan los medios estadounidenses.
Otra cosa es si este encuentro pueda arrojar algún resultado sustancial. Por lo pronto, el norteamericano se afana por mostrar al francés que también él puede montar una gran marcha militar y hacer gala de la gloriosa historia y el orgullo de su país.
Macron recibió a Donald y Melania Trump en julio de 2017 con bombos y platillos, incluida una cena en la Torre Eiffel, algo que complació mucho al estadounidense.
Macron se ha ganado la confianza de Trump, dijo el ministro de Economía francés Bruno Le Maire al diario «Le Monde». «Incluso logró convertirse en el único interlocutor de Trump en Europa».
Así, Trump tiene previsto un amplio programa para complacer a su amigo francés. Al inicio de la visita, los Trump ofrecerán a Emmanuel y Brigitte Macron una cena privada en Mount Vernon, la residencia del primer presidente de Estados Unidos, George Washington. El lugar tiene una vista fantástica al río Potomac.
La parte oficial de la visita de Macron comienza el martes e incluye todo lo que el manda el protocolo. Casa Blanca, paseo por el jardín. Tras celebrar conversaciones bilaterales de alto nivel, los mandatarios visitarán el cementerio militar de Arlington. Posteriormente ofrecerán una conferencia de prensa en el rosedal de la Casa Blanca.
Por la noche, Trump ofrecerá un banquete bajo la supervisión personal de Melania, quien prescindió de un organizador de eventos y se encarga junto con su equipo de la porcelana, las flores y los demás detalles.
Esta cena será completamente diferente de las que ofrecían en la Casa Blanca los Obama. Nada de estrellas, nada de Hollywood ni de pop. Entre los cerca de 150 invitados no figura ningún miembro del Partido Demócrata ni representante de los grandes medios de información. Trump no los invitó.
Merkel, la sobria protestante, es considerada poco afecta a los desfiles militares y al redoble de tambores. Y su relación con Trump no es de las mejores. En 2016, el estadounidense hizo campaña atacando valores que importan a Merkel. Cuando lo felicitó por la elección, la germana le recordó estos valores y mencionó la libertad, el juego limpio y la democracia, un gesto que probablemente Trump no olvidó.
Asimismo, Merkel agendó este corto encuento en abril porque en mayo se avecinan fechas muy importantes para Alemania. Trump tiene previsto tomar hasta el 1 de mayo una decisión sobre si continúa eximiendo a los europeos del pago de aranceles para las importaciones de acero y aluminio.
Según trascendió en Washington, el hecho de que las visitas se sucedan tan rápidamente es bueno para resaltar la importancia de Europa. Un presidente francés fuerte que abogue por Europa es bueno para todos, agregan.
Otra fecha clave es la del 12 de mayo, cuando Trump se pronuncie sobre el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, que Europa espera que siga en vigencia.
La Casa Blanca anunció que durante la visita de Merkel, los mandatarios reafirmarán «la cooperación germano-estadounidense como base de las relaciones transatlánticas y de la cooperación en el marco de la OTAN».
Merkel dijo días atrás que los lazos transatlánticos son importantes aún cuando haya diferencias de opinión. Y agregó una frase inusualmente sentimental: «La alianza transatlántica es (…) un gran tesoro que por lo menos yo quisiera alimentar y cultivar».
Por Sebastian Kunigkeit, Thomas Lanig y Martin Bialecki (dpa)