Madrid, 17 mar (dpa) – Consiguieron, sorprendiendo a toda España, lo que numerosas movilizaciones habían intentado sin éxito durante los últimos años: llegar a las puertas del Congreso de los Diputados tras burlar el control policial y dejar una imagen para la historia, la de miles de jubilados levantando la voz en la calle contra el Gobierno.
La gran concentración que tuvo lugar el pasado 22 de febrero en Madrid para reivindicar pensiones dignas se convirtió en un hito que llevó a la prensa a hablar de «la revolución de los abuelos». Hoy, las movilizaciones se repiten en toda España.
Los mayores, prácticamente olvidados en una sociedad que rinde culto a la juventud y al consumo, protagonizan estos días los informativos nacionales y obligaron al presidente del Gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, a convocar el miércoles pasado un pleno especial sobre pensiones en el Congreso de los Diputados.
Su promesa de subir las prestaciones mínimas y las de viudedad no apaciguó las protestas. Al igual que ocurrió el 22 de febrero ante la Cámara baja española, hoy la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid se llenó de pancartas y consignas tras una marcha protagonizada por rostros marcados por el paso de los años y cabellos encanecidos.
«Sí se puede, sí se pueden», coreaban los congregados a los pies de una de las pinacotecas más visitadas de Madrid.
La generación que luchó por la libertad y los derechos civiles en los últimos años de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) y en los albores de la democracia, vuelve a salir ahora a la calle sin complejos para reivindicar una jubilación digna.
«Es una demostración formidable de generosidad, defendiendo las pensiones del futuro por una razón: yo cobro una pensión gracias a los que están cotizando hoy. Es un principio de solidaridad intergeneracional. No estamos solo mirando por nuestra pensión, sino por la futura de nuestros hijos y nietos», explica a dpa Cándido Méndez, ex secretario general de UGT, uno de los dos sindicatos mayoritarios de España junto a Comisiones Obreras.
La crisis económica que golpeó al país a partir de 2008 fue el caldo de cultivo de un malestar patente entre los abuelos, que se convirtieron en el colchón de muchas familias españolas cuando la tasa de desempleo superaba el 25 por ciento y los desalojos de viviendas por impago estaban a la orden del día en el país.
En 2010 y 2011, muchos de los que acogieron a sus hijos cuando se quedaron sin hogar y de los que pagaron las universidades de sus nietos vieron cómo sus pensiones quedaban congeladas y cómo se elevaba progresivamente la edad de jubilación, de 65 a 67 años.
Con la llegada de Rajoy al Gobierno, a final de 2011, la actualización de estas prestaciones públicas se desvinculó del Índice de Precios al Consumo (IPC), lo que supuso una pérdida generalizada de poder adquisitivo de los pensionistas.
Superada la recesión y en la senda hacia la recuperación económica, la subida de solo un 0,25 por ciento para este año, por debajo del aumento del coste de la vida, fue la gota que colmó el vaso.
«Es muy evidente que la paciencia ha llegado a su fin», señala a dpa Ovidio Bustillo, miembro del colectivo Yayoflautas en Madrid.
Los «yayoflautas» fueron de los primeros mayores que se organizaron como grupo activo para salir a la calle en España hace siete años, al calor del movimiento indignado 15-M. Su curioso nombre surgió por un juego de palabras que combina la catalana «yayo» (abuelo) y la expresión «perroflauta», utilizada de forma despectiva por sectores conservadores para referirse a los manifestantes del 15-M -en alusión a los jóvenes que piden dinero en la calle acompañados de un can y tocando una flauta-.
«En Barcelona, había un grupo de mayores manifestándose en la calle y cuando la prensa les preguntó quiénes eran, ellos respondieron: ‘Somos yayoflautas'», recuerda Ovidio con voz pausada.
En Madrid, el colectivo se reúne todos los lunes en la céntrica Puerta del Sol de Madrid con sus característicos chalecos amarillos, que se han convertido en un símbolo más del movimiento.
«No nos perdemos una», asegura a dpa María Dulce mientras sus compañeros corean consignas contra el Gobierno de Rajoy y entonan cánticos como «lo llaman democracia y no lo es». De repente, dos agentes de Policía se acercan a ellos y preguntan por el responsable de la convocatoria. «Responsables somos todos», contestan los «yayoflautas». Y los agentes les piden sus documentos de identidad.
Los abuelos españoles están enfadados. En los últimos meses, a los «yayoflautas» se han unido movimientos como Marea Pensionista, impulsor de la Coordinadora Estatal de Defensa del Sistema Público de Pensiones, que a su vez ha organizado las movilizaciones recientes.
En estas corrientes hay jubilados con tradición sindicalista y militancia en movimientos de izquierda, pero también fieles votantes del Partido Popular (PP) de Rajoy que ahora se sienten defraudados.
«Mucha gente mayor que se ha apretado el cinturón estos años se da cuenta de que, ahora que parece que salimos de la crisis, no hay más subida que un 0,25 por ciento en los pensiones, que no cubre la subida del coste de la vida», explica a dpa Ovidio, de 65 años. «Y cada vez es más difícil ir a la compra. Hay que salir a la calle porque si no al final nos quedaremos sin pensión», añade.
La movilización de los pensionistas ha sorprendido especialmente a los jóvenes españoles, los más afectados por la crisis económica. En 2013, la tasa de desempleo entre los 20 y los 24 años llegó al 52 por ciento. Y, los que trabajan, siguen teniendo en general hoy peores condiciones y mayor temporalidad.
«Nuestras manifestaciones están viniendo muy bien porque los jóvenes están despertando. Nosotros ya tenemos todo el pescado vendido, pero ellos tienen la vida por delante», asegura María Dulce a sus 60 años.
«Los ‘yayoflautas’ somos un movimiento muy ‘sui generis’, no tenemos pretensiones políticas. Lo que teníamos que hacer en la vida ya lo tenemos hecho y ahora podemos permitirnos hacer críticas y apuestas de futuro con toda la libertad del mundo», suscribe Ovidio.
Por Ana Lázaro Verde (dpa)