Berlín, 19 feb (dpa) – La actriz alemana Romy Schneider, quien se hizo mundialmente famosa con la trilogía «Sissi», tuvo una vida trágica signada por la muerte y las adicciones. En 1981, un año antes de morir a los 43 en París, dio una entrevista al semanario alemán «Stern» en la que se basa la película «3 Tage in Quiberon» (Tres días en Quiberon), que conmovió hoy en el Festival de Cine de Berlín.
«No se trata de un documental ni de un reportaje. Es una ficción que se basa en hechos y personas reales, en una de las más grandes actrices que tuvo Europa», dijo hoy Emily Atef, la directora de esta coproducción germano-francesa rodada en blanco y negro que concurre por el Oso de Oro de la Berlinale.
«3 Tage in Quiberon», protagonizada por la actriz alemana Marie Bäumer, no intenta ser un biopic sobre la actriz que cautivó a legiones de espectadores a fines de los años 50 con su papel de la emperatriz austrohúngara «Sissi», sino un acercamiento a esos tres días cercanos al final de su vida, cuando, en medio de sus crisis maníaco-depresivas, decidió dar una entrevista al periodista alemán Michael Jürgs (Robert Gwisdek) en la localidad francesa de Quiberon, donde se había internado en una clínica de desintoxicación.
Jürgs fue implacable con sus preguntas ante el horror de la mejor amiga de Schneider, Hilde Fritsch (Birgit Minichmayr), quien había ido a apoyarla anímicamente a Quiberon.
Schneider no pasaba por un buen momento: su hijo mayor, David –quien murió poco después al tratar de cruzar un cerco y quedar empalado- no quería vivir más con ella, el padre de su hijo, Harry Meyen, se había suicidado poco antes colgándose y, por si fuera poco, tras años de carrera y de haber rodado con directores como Luchino Visconti y Orson Welles, no lograba sacarse de encima la identificación con el papel de la emperatriz que la había hecho famosa.
«Por supuesto que el miedo a este icono estaba latente», confesó hoy Bäumer, a quien han comparado con Schneider durante toda su vida por su parecido físico con ella y que había dicho incluso en el pasado a la prensa que jamás interpretaría a la actriz de «What’s New, Pussycat?» y otros films.
Sin embargo, cuando le dijeron que la idea era que el film transcurriera apenas durante esos tres días en Quiberon y que se centrara en la famosa entrevista en la que Schneider llegó a confesar que era «una mujer infeliz de 42 años», ya no pudo decir que no. «Me pareció genial», dijo. «Nunca me sentí el doble de Romy Schneider ni identificada con ella. Eso fue fogoneado por la prensa», aclaró.
Durante su entrevista, el periodista Jürgs (Robert Gwisdek) estuvo acompañado por el fotógrafo Robert Lebeck (Charly Hübner), quien había tomado ya varias fotos de la estrella en el pasado y con la cual tenía una relación muy cercana.
Para escribir el guión, Atef conversó largamente con Jürgs y con Lebeck antes de su muerte, en 2014. El fotógrafo incluso le cedió todos los rollos de las fotos que había sacado de Schneider, con lo que la directora pudo inspirarse en casi 600 fotografías para trasladar el espíritu de ese encuentro a su película. Incluso entrevistó a antiguos empleados del hotel-spa en Quiberon.
«Nunca tuve miedo de hacer una película sobre este mito, porque las imágenes (de Lebeck) no mostraban al mito Romy Schneider, sino a la persona», dijo Atef. «Tampoco siento que sea un homenaje a Romy, sino hubiera elegido otro momento de su vida. Fue un año muy duro para ella, pero a pesar de eso quise mostrar también a una mujer que quería vivir».
Por Astrid Riehn (dpa)