Berlín, 1 feb (dpa) – Una antigua gasolinera Shell de los años 50 con fachada de vidrio será en el futuro un museo dedicado al pintor, diseñador gráfico y caricaturista alemán George Grosz (1893-1959).
Junto con el garaje de los talleres y una construcción más nueva, el edificio en Berlín dedicado al hijo predilecto de la ciudad será inaugurado en mayo con la presencia del encargado regional de Cultura, Klaus Lederer.
El proyecto centrado en el artista nacido y fallecido en la capital alemana fue impulsado por una iniciativa privada. El museo, en uno de los barrios problemáticos de la ciudad rodeado del metro y el tráfico callejero, prostitución y drogas, en principio se extenderá por cinco años.
«El museo en este emplazamiento es también una propuesta a la ciudad», dice Juerg Judin, el galerista que compró la vieja gasolinera hace algunos años. Él hizo levantar la construcción adicional al lado, transformó el antiguo acceso con pinos, bambúes y un estanque con peces en un idilio detrás de altos muros.
Durante años, él mismo vivió aquí, el área de ventanillas era su dormitorio, mientras que en el talle se situaba la cocina. Ahora se muda y libera el espacio para Grosz, poniendo la gasolinera a disposición de la iniciativa y participando en la refoma con una suma superior a los 100.000 euros (112.000 dólares).
«El museo en realidad es demasiado pequeño. Grosz merecería más espacio», comenta.
Como admirador del artista -ya de estudiante en Zúrich compró una primera litografía de Grosz- considera que el proyecto es un comienzo: «Es como un adelanto, pero con las más altas pretensiones».
Georg Gross, hijo del dueño de un restaurante, varía ya muy pronto la forma de escribir su apellido. La transformación en 1916 en George Grosz es considerada también una protesta contra la Primera Guerra Mundial, a la que se presentó como voluntario.
Junto con John Heartfield -que cambió su nombre de Helmut Herzfeld- y su hermano Wieland Herzfelde -en realidad, Herzfeld- Grosz instaló el dadaísmo en Berlín.
Sus obras se vuelven cada vez más políticas, lo que le empieza a generar problemas jurídicos. Antes de que los nazis lo pudieran detener, en 1933 emigró a Estados Unidos. Regresó a Berlín en 1956, poco antes de su muerte.
Una de sus obras principales, «Los pilares de la sociedad» (1926), figura entre las grandes atracciones de la colección de la Nueva Galería Nacional, ubicada a solo unos pocos cientos de metros del museo.
El pequeño museo dedicado a Grosz está siendo asistido por un equipo de curadores que también integra el historiador del arte Pay Matthis Karstens. «Las estrellas se alinearon para este espacio», declara Karstens.
«El museo no dispone de una colección propia, pero puede contar para su exposición con el legado del artista y colecciones privadas», añade.
A ello se suma la experiencia y los contactos de Ralph Jentsch, el administrador del legado. «Juntos planeamos dos exposiciones especiales al año y queremos comenzaron con sus primeras obras», dice Karstens. «Mostraremos a Gross antes que a Grosz», añade.
El taller de la antigua gasolinera será la entrada al museo, en el área de ventanillas se instalará un café con vistas a través del ventanal a los peces en el estanque y a Grosz en la construcción aledaña.
Por Gerd Roth, dpa