Austin (EEUU), 20 mar (dpa) – En el estado norteamericano de Texas volvió a estallar una bomba, la quinta en pocas semanas, en un centro de distribución de correo de la empresa FedEx en la pequeña ciudad de Schertz.
A las 0:25 horas un paquete explotó mientras pasaba por una cinta transportadora, informó la Policía. Los medios locales citaron a fuentes de la investigación según las cuales el paquete había sido entregado en Austin e iba de camino a otra dirección en esta misma ciudad.
La capital estatal se encuentra a más de una hora en coche de Schertz y desde principios de mes han muerto allí dos personas y cuatro resultaron heridas por una serie de explosivos enviados en paquetes.
«Investigamos el incidente en conexión con nuestra investigación en curso», dijo la portavoz del FBI Michelle Lee en declaraciones que cita el periódico «Austin American-Statesman». Los canales Fox San Antonio y KSAT-TV indicaron en base a fuentes de la Policía que el paquete de Schertz contenía clavos y pequeños trozos de metralla. En la explosión en el almacén, donde había unas 75 personas, resultó herido de carácter leve un empleado.
En la mañana de hoy se detectó además un paquete sospechoso en otra oficina de FedEx cerca del aeropuerto de Austin, una ciudad de unos 800.000 habitantes, y se está investigando este hecho, informó la Policía en Twitter.
El 2 de marzo murió un hombre de 39 años tras levantar un paquete que habían sido dejado en su porche, y el 12 de marzo falleció un adolescente y su madre resultó gravemente herida en un incidente similar. Una mujer de 75 años resultó herida en otra explosión ese mismo día.
En la noche del domingo estalló una cuarta bomba que estaba colocada a un costado de la calle y que fue activada por dos hombres que empujaban sus bicicletas por allí. Los dos resultaron heridos.
En este último caso la Policía habló de un aumento del nivel de amenaza, porque los explosivos se activaban al pisar un alambre-trampa. Los investigadores creen que hay relación entre estos cuatro ataques y que se trata de crímenes en serie. Las autoridades ofrecieron una recompensa de 115.000 dólares para quien dé indicios sobre el responsable.
La Policía afirma no contar con pistas sobre los motivos de los ataques y en una reacción muy poco habitual instó a el o los responsables públicamente a ponerse en contacto.
Tras las primeras tres bombas las autoridades creían que había un móvil racista porque todas las víctimas eran negras y una mujer hispana, pero la cuarta bomba no encaja en el perfil porque a diferencia de las otras no iba dirigida a nadie en particular y podría haber afectado a cualquiera.