(dpa) – A casi dos meses de las elecciones presidenciales en Rusia, la policía intervino y detuvo hoy al líder opositor Alexei Navalny durante una manifestación que no había sido autorizada.
En un video difundido en Internet se puede ver como la policía agrede a Navalny cuando se dirigía a la manifestación en el centro de Moscú. El líder opositor de 41 años cayó al suelo y los agentes lo llevaron a un furgón policial. Según el portal de derechos humanos OVD-Info, al menos 240 personas fueron detenidas en todo el país debido al boicot a las elecciones convocado por Navalny. Pero no se llegó a una escalada de la violencia en Moscú como se vivió en las protestas en 2017.
Con estas acciones Navalny protesta contra su exclusión de las elecciones presidenciales que se celebrarán el 18 de marzo. Ahora quiere movilizar a la «huelga de votantes». El bloguero, que se define como un combatiente de la corrupción, intenta desde hace tiempo concurrir a los comicios para disputarle el cargo al presidente Vladimir Putin, que aspira a una nueva reelección.
El comité electoral le descartó debido una cuestionada condena en un caso de malversación de fondos. No obstante, se da por descontada la victoria de Vladimir Putin. Navalny asegura que con su exclusión de la carrera presidencial no hay ningún verdadero rival al mandatario.
Navalny organizó en 2017 multitudinarias protestas contra la cúpula dirigente en las que las fuerzas del orden detuvieron a cientos de personas.
Los analistas consideran especialmente importante la cifra de participantes en las manifestaciones. Una gran asistencia hubiese sido una señal de un amplio apoyo al boycot electoral impulsado por Navalny. Una movilización pequeña, sin embargo, podría ser interpretada como debilidad de la oposición.
La policía estimó la cifra de participantes en Moscú, donde el termómetro no supera los cero grados, en un millar, mientras que los analistas apuntaban entre 2.000 y 3.000 personas. No obstante la afluencia fue menor a la de 2017. Por el momento no hay cifras claras de la asistencia.
Navalny convocó en unas 90 ciudades del país la «huelga de los votantes». En Moscú y en San Petersburgo no se dieron permisos para el recorrido de la marcha. En varias de ciudades del interior sí se permitieron. «Boicot, boicot» o «Putin vete» eran algunas de las consignas que los manifestantes gritaron en numerosos lugares.
En Moscú el llamamiento de Navaly ha encontrado eco sobre todo entre la gente joven. Uno de ellos es Sergei, de 15 años, que acude a la protesta por segunda vez. «La primera vez tenía miedo de ser detenido. Ahora me da miedo que Rusia no tenga futuro», dijo en declaraciones a dpa durante la marcha en la que se podían ver muchas banderas rusas y motivos rojos de Navalny.
Andrei (de 31 años) dijo que las manifestaciones son pacíficas. «Si escala, será nuestra culpa», agregó.
Aun cuando no hubo grandes enfrentamientos entre policías y manifestantes, la policía actuó de forma preventiva y seleccionando objetivos. Las fuerzas de seguridad registraron la oficina de Navalny en Moscú y se incautaron de material.
Varios estrechos colaboradores de Navalny fueron detenidos. Acerca de su propia detención, Navalny escribió: «No pasa nada. Ustedes no salen a la calle por mí, sino por nosotros y por nuestro futuro».
Desde mediados de enero las autoridades han aumentado la presión sobre Navalny. Su equipo informó que a los activistas se les ha interrogado y a los trabajadores se les ha detenido. A diario se han realizado entre cuatro y cinco registros en las oficinas, dijo el jefe de equipo Leonid Volkov al diario «Novaja Gaseta». «Su objetivo es estorbarnos a nosotros los organizadores».
También el político Abbas Gallyamov estimó que la actuación de las autoridades es pinchar al equipo de Navalny. A su vez también asusta a otros. «Impide que la protesta se siga expandiendo», agregó.
La mayoría de detenciones, según OVD-Info, se dieron ciudades provinciales poco destacadas como Cheboksary en el Volga, y en Ufa, en las montañas de los Urales.
En otras partes las manifestaciones concluyeron pacíficamente. La gran cantidad de detenciones y la escalada de violencia en las grandes urbes rusas de Moscú y San Petersburgo, las más representativas de Rusia, desataron duras críticas internacionales en 2017.
Por Claudia Thaler y Thomas Körbel