Río de Janeiro, 10 feb (dpa) – Durante la semana de carnaval, de día, de noche, y por todos los barrios de la ciudad, una «marea» humana de música, disfraces y purpurina se apodera de Río de Janeiro: son los llamados «blocos», comparsas ambulantes callejeras que convocan multitudes en la considerada mayor fiesta del mundo.
En un principio reservada sólo al desfile en el Sambódromo, la celebración del carnaval de Río de Janeiro se ha ido desplazando con el tiempo hacia todas las calles de la ciudad. En 2018, más de 500 «blocos» están inscriptos para ser parte de la fiesta, y gran parte de las seis millones de personas que participen del carnaval asistirán por lo menos a uno de ellos.
Incluso, debido a la masividad que los «blocos» adquirieron, muchos de ellos se profesionalizaron, y la mayoría ya tiene auspicios privados para sus celebraciones. Según el diario «O Globo», este año serán por lo menos 400 «blocos» que contarán con el apoyo de alguna empresa.
Esta continua «migración» del Sambódromo hacia el carnaval callejero se refleja, por caso, en la decisión de Marcelo Crivella, alcalde de Río de Janeiro, de recortar este año el presupuesto municipal para las escuelas de samba pero, al mismo tiempo, aumentar la cantidad de baños químicos y agentes públicos de seguridad en los lugares en los que se realizarán «blocos».
«Participo del ‘bloco Río Maracatú'», cuenta a dpa Nicolás Cabrera, argentino residente en Río. «En nuestro caso, para poder financiar la fiesta, y ya que no somos un grupo tan grande, pagamos una pequeña cuota mensual. Pero, además, contamos con apoyo privado: el bar Leviano, por ejemplo, y la marca de cerveza Heineken, que estuvo por varios años».
Los «blocos» más famosos y conocidos cuentan así con varios apoyos privados, mientras que otros, más pequeños, acuden a los más diversos métodos para poder financiar sus «cortejos», entre ellos el financiamiento colectivo por medio de plataformas digitales, la organización de fiestas o rifas y también las colectas de sus propios integrantes.
Entre los costos de los que cada «bloco» se debe ocupar se incluyen el armado de los equipos de música, la seguridad de los músicos y otros aspectos logísticos.
La estructura de los «blocos», siempre gratuitos y callejeros, varía mucho de uno a otro, así como su tamaño. «Afrojazz», por ejemplo, saldrá a la calle por primera vez en este año, y en su recorrido previo a carnaval convocó unas 1.000 personas.
A su vez, «Cordão de bola preta» («Cuerda de bola negra»), el «bloco» más antiguo de la ciudad y toda una institución de Río, cumplirá 100 años en 2018 y en su tradicional desfile del sábado de carnaval puede juntar más de 2 millones de seguidores.
Otros «blocos» que suelen convocar multitudes en sus trayectos son: «Banda de Ipanema», «Simpatia é quase amor» («Simpatía es casi amor»), «Céu na terra» («Cielo en la tierra»), «Cordão do Boi Tolo» («Cuerda del buey tonto») y «Survaco de Cristo» («Axilas de Cristo»).
«Durante todo el año nos pasamos ensayando para, finalmente, poder sentir la hermosa adrenalina de desfilar por las calles de la ciudad», cuenta a dpa Cristiana Campanha, integrante, entre otros, del «bloco» «Bésame mucho», que toca música en español, y «Os biquinis de Ogodô convidam as sungas de Odara» («Los bikinis de Ogodô invitan a las sungas de Odara»).
La música elegida es otro de los aspectos que distinguen a cada «bloco». Si bien la mayoría de las orquestas ambulantes toca samba, música popular brasileña y las famosas «marchinhas» de carnaval, el espectro rítmico de las comparsas es muy variable: mientras «Carimbloco» se mueve al ritmo del carimbó, una danza de la región amazónica, el «Bloco do Sargento Pimenta» es famoso por sus interpretaciones de los Beatles en clave carnavalesca.
«El carnaval de calle es una fiesta hermosa e intensa en la que, además de espectadores, todos podemos ser protagonistas. Los ‘blocos’ son muy democráticos, porque no hace falta ser un gran músico para tocar», relata Ernesto De Santis, que forma parte de la «Orquestra voadora» («Orquesta voladora»).
Su novia, Laura Macedo, que también desfila en zancos en el cortejo de «Vem cá, minha flor» («Ven aquí, mi flor»), corrobora: «La expectativa es que éste sea un carnaval alegre, lindo y de resistencia. Frente a la gestión conservadora que gobierna la ciudad, debemos sacar a relucir toda nuestra creatividad».
por Fernando Duclos (dpa)