Berlín, 8 jun (dpa) – Los efectos que tendría un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las petroleras continúa generando debate en Alemania, donde no hay acuerdo al respecto ni entre los economistas ni en el seno de la coalición de Gobierno.
El Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), al igual que los políticos socialdemócratas y verdes del Ejecutivo, creen que este impuesto sería positivo y acabaría con los beneficios adicionales obtenidos por las empresas como resultado del aumento de los precios tras el inicio de la guerra de Ucrania.
Por el contrario, el presidente de la entidad, Marcel Fratzscher, declaró a dpa que la reducción de gravámenes sobre la gasolina y el gasóleo -vigente desde el 1 de junio- fue un error, «porque la mayor parte de los 3.000 millones de euros (3.200 millones de dólares) de impuestos acabará en los bolsillos de las empresas de hidrocarburos».
«El Gobierno alemán debería seguir el ejemplo de Italia y Gran Bretaña e introducir un impuesto sobre los beneficios extraordinarios para las empresas de hidrocarburos», sugirió Fratzscher.
«Podría aplicarse sobre las ventas adicionales en comparación con 2021 e incluir un impuesto del 50 por ciento sobre los beneficios extra». De este modo, argumentó, las compañías petroleras seguirían obteniendo ganancias, pero el Estado y los contribuyentes también participarían en estos beneficios.
En cambio, otros economistas como Lars Feld, ex jefe del grupo de expertos que asesora al Gobierno conocido como los Cinco Sabios, calificó el debate de «populista».
«Es poco probable que sea constitucional. Desde el punto de vista económico, también habrá que preguntarse si el Estado tendrá que compensar en el futuro las pérdidas excesivas», declaró al periódico «Rheinische Post» el actual asesor económico del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner.
Opinó que, en lugar de aumentar los impuestos, ahora es necesario un mayor alivio, en línea con lo que ya había dicho el propio Lindner el martes.
«Quien crea que hay que introducir ahora un impuesto sobre los beneficios extraordinarios no puede estar seguro de que no se trasladará a los precios», advirtió el político en un programa de televisión.
Lindner argumentó que la legislación fiscal no conoce el término «beneficios extraordinarios», sino solo el de ganancias, que ya están suficientemente gravadas en Alemania. «La legislación fiscal debe ser neutral» y no depender de opiniones puntuales, aseguró el ministro.
También criticó el debate la economista Veronika Grimm, actual miembro del consejo de expertos que asesora al Gobierno.
«Es probable que el impuesto sobre los beneficios extraordinarios acabe haciendo más daño que bien», declaró al periódico.
«En primer lugar, no hay una definición clara de lo que es exactamente un beneficio extraordinario. Existe un gran peligro de que también se grave a las empresas cuyas actividades han contribuido a superar las crisis», dijo.