(dpa) – Las criptomonedas, como el bitcoin o el petro que lanzará próximamente Venezuela, son medios de pago virtuales y, por ende, no se acuñan como monedas ni se imprimen como billetes desde los bancos centrales.
Este tipo de divisas se generan mediante complejos procesos de cálculo por computadora, conocidos como blockchains (cadenas de bloques). En los bloques -encadenados entre ellos- están guardadas todas las transacciones realizadas, que son públicamente visibles. La base es un software de código abierto y tecnología P2P, es decir, de intercambio entre iguales.
Mediante técnicas de encriptación se garantiza que sólo el propietario de los bitcoins pueda efectuar transacciones. También se asegura que cada unidad de bitcoin solo pueda utilizarse una vez. Resolver los procesos matemáticos que sustentan estas monedas se conoce como «minería». Los procedimientos, sin embargo, son cuestionados porque consumen grandes cantidades de energía.
El objetivo de estas monedas, que también se pueden comprar en Internet con moneda real, por ejemplo euros o dólares, es permitir un intercambio independiente de gobiernos y bancos y en el que los participantes permanezcan en el anonimato.
La criptomoneda más conocida es el bitcoin, que existe desde 2009. Se cree que su creador es una figura llamada Satoshi Nakamoto, aunque no está claro quién está realmente detrás del personaje. El informático australiano Craig Wright aseguró ser esta persona pero no pudo aportar pruebas concluyentes.
Los defensores de este tipo de divisas destacan como una de sus grandes virtudes que no están sometidas a los poderes estatales y que sus canales de pago son mucho más difíciles de rastrear.
Sus detractores, sin embargo, argumentan que debido a esta última característica, esta moneda digital podría ser utilizada con fines criminales. Además, advierten que, por la falta de controles y la enorme fluctuación de su valor, las criptomonedas son especialmente dadas a causar burbujas especulativas.