Las Palmas (España), 11 feb (dpa) – Paqui baila disfrazada de abeja. La pregunta sobre el rol de la mujer en el carnaval la sorprende. «¿Qué? ¡A mí eso no me importa nada!», zanja. Y retoma el ritmo de la salsa. La fiesta transgresora por antonomasia sigue desafiando en España cualquier corrección política o discurso de género.
Mientras en carnavales emblemáticos como los de Río de Janeiro o Colonia se discute sobre disfraces sexistas, racistas o polémicos y en todo Occidente crece el clamor contra la cosificación de la mujer, la ciudad canaria de Las Palmas mantiene intacto su carnaval, uno de los más antiguos de España, incluida la elección de su «reina».
«Nuestra reina no es un símbolo machista ni de exaltación del cuerpo, sino de imaginación, fuerza y empoderamiento de la mujer», asegura a la agencia dpa Israel Reyes, director artístico del carnaval desde hace 14 años. «Desaparece ese punto de mujer objeto. Queda más cerca del arte. Es un elemento casi mitológico».
Tampoco el público parece inquietarse ante la idea de un desfile público de mujeres que cargan trajes de cientos de kilos de peso. «Si fuese problemático no se apuntarían», sostiene Paqui. Lucrecia, que a sus 80 años se contonea con un disfraz de los años 70 y una peluca afro, coincide: «A mí me encantan las fiestas. No veo nada ofensivo».
Del mismo modo, Las Palmas no se cuestiona la elección de una «reina infantil», aunque la gala tuvo que adaptarse. «Vimos que algunos trajes tendían a imitar los de los adultos, así que cuidamos que los últimos años hubiese trajes más educativos», explica Reyes. «La niña juega a contar. No gana por belleza, sino por simpatía».
La revisión del papel de la mujer en una sociedad patriarcal, las denuncias de acoso masivo en diversos ámbitos y el auge de movimientos como «Me Too» o «Ni una menos» el año pasado se colaron en cambio en el carnaval por otra vía: las letras de las murgas que cada año protagonizan otro momento cumbre de la fiesta canaria.
«De las 14 que actuaron hasta ahora, siete u ocho hablaron de violencia de género o bullying (acoso escolar)», asegura Kiko Barroso, conocido periodista canario que lleva años cubriendo el carnaval. La murga de mujeres «Ladys Chancletas» dedicó así su actuación al «no es no», una campaña internacional contra abusos.
Lo mismo ocurrió en otros carnavales populares como el de Cádiz, donde una «chirigota» (grupo musical con letras satíricas) dedicó su número a apoyar a una joven que denunció ser violada en grupo durante la fiesta de los Sanfermines y que en un polémico y mediático juicio fue interrogada por su ropa o su actividad en redes sociales.
El carnaval lleva siglos institucionalizado como el momento del año en que se transgreden valores establecidos. Idea que, más allá de las reivindicaciones de género, parece chocar de frente con una época en que las redes sociales magnifican cualquier polémica y se recupera cierta «pasión censora», en palabras del escritor Javier Marías.
La mayor polémica de este año en España se dio en Cádiz, cuando una «chirigota» jugó a «decapitar» a Carles Puigdemont, el artífice del plan independentista en Cataluña que tiene en vilo a España. El año pasado, en cambio, la principal controversia surgió del propio carnaval de Las Palmas por otro tabú roto: el religioso.
El ganador de la gala de elección de la reina «Drag Queen», otro punto cúlmine del carnaval en la ciudad canaria, se presentó disfrazado de Virgen María y con una escena que presentraba la crucifixión. Colectivos católicos denunciaron la «ofensa» y «un ataque de odio a los sentimientos religiosos».
El Gobierno local, formado por una alianza de centroizquierda, dio su apoyo al «drag queen» Sethlas y a la organización. «El carnaval es transgresión, ruptura, risa, crítica», explicaron a la agencia dpa desde la Concejalía de Turismo de Las Palmas. «Ni hubo llamados de atención ni pedidos de controlar los contenidos de la gala».
El director artístico Reyes celebra el apoyo político, pero ve con preocupación la tendencia de la época: «El mundo está volviendo hacia atrás. Es un momento muy delicado. El carnaval nació hace siglos precisamente para ir contracorriente. Cada derecho adquirido no se puede volver a perder».
La gala «Drag Queen», uno de los momentos más esperados en el carnaval de Las Palmas, se celebra mañana. Y Sethlas, el polémico ganador del año pasado, promete otro acto que podría torcer el gesto de algunos creyentes. Incluso en tiempos de corrección política, carnaval y provocación siguen bailando de la mano.
Por Pablo Sanguinetti (dpa)