(dpa) – El ex jefe del Gobierno catalán Artur Mas auspició el giro independentista de la región que abrió una crisis institucional sin precedentes en España. Aunque llevaba tiempo en un segundo plano político, hoy dio un nuevo paso al costado al renunciar a la presidencia de su Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT).
Su anuncio en una comparecencia de urgencia llegó tras varios meses de crisis y tensión en la región española y después de las elecciones autonómicas del 21 de diciembre que dieron la victoria a los independentistas aunque con dificultades para formar Gobierno.
Pero también llega a unos días de que se haga pública la sentencia del llamado «caso Palau», que salpicó al partido de Mas, antes llamado Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), por presuntos cobros de comisiones ilegales.
A punto de cumplir 62 años, el ex líder catalán deja atrás una intensa y polémica carrera política.
Tras la retirada del histórico Jordi Pujol, jefe del Gobierno catalán entre 1980 y 2003, se puso al frente del partido Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), antecesor del PDeCAT.
Fueron precisamente las sospechas por corrupción sobre la formación nacionalista las que llevaron en enero de 2016 al grupo izquierdista e independentista CUP, clave para la formación de Gobierno en Cataluña, a pedir la cabeza de Artur Mas tras unas elecciones planteadas en la región como un plebiscito sobre la independencia.
Tras meses de presiones y negociaciones, el político tuvo que dar un paso a un lado para no poner en riesgo el proceso independentista, cuyo timón tomó entonces un desconocido Carles Puigdemont.
«Esto es una retirada de un cargo directo. Yo no me retiro de la vida política, que quede claro», dijo entonces Mas en rueda de prensa celebrada hace justo dos años.
El líder catalán se puso al frente del Gobierno de la región en 2010 con una trayectoria «trepidante», según la calificó él mismo.
En apenas unos años, y en medio de una fuerte crisis económica en toda España, canalizó el descontento de una parte de los catalanes y puso a la región en el camino hacia la independencia con la gran aspiración de encabezar el Gobierno que intentara proclamarla.
En noviembre de 2014 dio un salto importante al plantear un desafío al Gobierno español con la convocatoria de una consulta soberanista que la Justicia paralizó. Días después, volvió a hacerlo al anunciar una votación no oficial tildada de «proceso participativo», por la que finalmente tuvo que sentarse en el banquillo.
Artur Mas fue juzgado el pasado febrero en Barcelona por desobediencia y prevaricación por esta consulta soberanista. «No fue un capricho individual», dijo entonces. «Nuestro ánimo no era desobedecer (a la Justicia), sino que ante una evidencia política y ciudadana, el Gobierno del país y su presidente tenían que escuchar».
El hombre que lideró en sus primeros años el proceso hacia la independencia en Cataluña no fue sin embargo siempre un separatista convencido. Secesionismo, de hecho, era para él hasta hace unos años algo «anticuado, oxidado, frustrante e irresponsable».
El punto de inflexión lo fijó en junio de 2010, cuando el Tribunal Constitucional español echó abajo artículos clave del nuevo Estatuto de Autonomía -la ley básica de la región- que aumentaban competencias y reconocían Cataluña como nación.
«No me siento un salvador de este país, me siento un servidor», dijo al ser investido jefe del Gobierno catalán en diciembre de ese año.
Nacido en 1956 en una familia acomodada de Barcelona y educado en el Liceo Francés, terminó Ciencias Económicas y Empresariales en 1974. Su educación le dio algo que escasea entre los políticos españoles: los idiomas. Además de catalán y castellano, domina el francés y el inglés. Entre sus aficiones está la historia de España y leer a poetas franceses como Baudelaire, Verlaine y Víctor Hugo.
Una vez en política, hizo carrera ascendente por sus dotes de tecnócrata: de concejal en el Ayuntamiento de Barcelona a los gobiernos de Jordi Pujol, quien lo eligió como delfín en 2001.
En los últimos tiempos, se alejó del ex presidente catalán, investigado por el sospechoso origen de su fortuna familiar. Sobre Mas, sin embargo, siempre planeó la duda de cómo no supo nada de lo que hacía su mentor cuando era consejero de Economía y Finanzas y «conseller en cap», una especie de jefe de Gobierno.
Por Ana Lázaro y Sara Barderas