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Home»Sociedad»Ambientalistas alemanes ponen a los bioplásticos en la mira
Sociedad

Ambientalistas alemanes ponen a los bioplásticos en la mira

NBAsturiasBy NBAsturias5 Mins Read

(dpa) – Los productos calificados como ecológicos y biológicos hacen sentir bien a los consumidores en tiempos en los que tierra y mar padecen la inundación con gigantescas toneladas de basura. Por eso, los envases están captando cada vez más la atención y hay más empresas que promocionan los bioplásticos, materiales supuestamente menos nocivos para el medio ambiente, o los envases compostables.

La empresa Velibre, de la ciudad alemana de Bremen, por ejemplo, vende cápsulas de café degradables para las máquinas Nespresso. Según Nestlé, estas cafeteras son utilizadas en más de 60 países. «Las cápsulas de café que se utilizaban hasta ahora producían una enorme cantidad de basura», dice el portavoz de Velibre, Walter Hasenclever. «Nuestras cápsulas están hechas totalmente de materias primas que se degradan en la tierra», señala en su página web.

Eso suena bien, pero quien lea la letra pequeña se enterará de que la desintegración depende de condiciones como la temperatura y el entorno. En investigaciones en laboratorio con temperatura ambiente se demostró que las cápsulas se desintegran casi completamente tras ocho meses. «Eso es demasiado», dice la experta en biotecnología Petra Weisshaupt, de la Oficina Federal de Medio Ambiente (UBA) alemana. «Si somos estrictos, este producto debería ir a la bolsa del resto de residuos» y no a los reciclables. En instalaciones industriales, el compostaje de basura biológica demora, en general, un máximo de doce semanas.

Velibre lo reconoció y ahora desarrolló una cápsula de papel, que según la empresa es cien por ciento compostable y se desintegra en el transcurso de pocas semanas. La cápsula, que llegará al mercado a fines de marzo de 2018, está hecha de fibras de caña de azúcar, que con añadido de agua y aglutinantes naturales se muele y luego es prensada en la forma necesaria. «Estamos seguros de que encontramos una alternativa más ecológica a las cápsulas que se usaban hasta ahora», dice el portavoz. «El mercado de las cápsulas de café crece. Creo que es una tendencia que no se detendrá».

Para Thomas Fischer, de la organización ambientalista alemana Deutsche Umwelthifle (DUH), las cápsulas compostables son un gran engaño a los consumidores. «Básicamente no puede ser ecológico envasar el café por gramos», dice este experto en ecología. «Las cápsulas supuestamente ecológicas, porque son biodegradables, no modifican en nada el daño al medio ambiente de un sistema de envasado que se come los recursos, daña el clima y es innecesario», sostiene Fischer.

La Oficina Federal de Medio Ambiente (UBA) y la organización Deutsche Umwelthilfe ven de manera similar la crítica a los bioplásticos. «La cada vez mayor cantidad de envases no reciclables de corta vida y que despilfarran recursos quiere legitimarse con la utilización de bioplásticos», critica Fischer. Al igual que los expertos de la UBA, él subraya que el balance ecológico de los bioplásticos de ninguna manera es mejor que el del plástico hecho a partir de petróleo.

Mientras que los envases habituales se depositan en una bolsa especial, muchos bioplásticos son separados antes del compostaje en las instalaciones que procesan la basura y finalmente son quemados, explica.

Además, el cultivo de maíz, papas o caña de azúcar para el bioplástico no sólo requiere de combustible y fertilizantes, sino también de pesticidas, subraya la UBA. Tras la cosecha, las plantas deben procesarse, lo que también daña al medio ambiente.

Tampoco las bolsas de papel de un solo uso son mejores que las convencionales de plástico, según los expertos. Al contrario: «Para la bolsa de papel hacen falta fibras de celulosa muy largas y muy resistentes. Para su producción hace falta mucha agua y mucha energía y además se utilzan muchos químicos», explica Fischer.

Para tener la misma resistencia que una bolsa de plástico, para una bolsa de papel hace falta el doble de material. «En lo que tiene que ver con el uso de recursos, las bolsas de papel salen peor paradas que las de plástico. No tiene ningún sentido sustituir bolsas de plástico por bolsas de papel de un solo uso».

La meta debe ser renunciar completamente a las bolsas de un solo uso. También el gerente de Deutsche Umwelthilfe, Jürgen Resch, destaca: «No necesitamos envases de un solo uso, no importa de qué material estén hechos, sino sistemas de varios usos para proteger los recursos y proteger a nuestros océanos de las alfombras de basura».

Actualmente, los bioplásticos son utilizados por los fabricantes de envases para hacer dinero, sostiene. «Hay que hacer que la gente despierte», reclama.

Sin embargo, no parece que vaya a producirse un cambio de tendencia hacia envases de varios usos. Según el proyecyto BioCannDo de la Unión Europea, el mercado del bioplástico está floreciendo globalmente. Los expertos advierten que en los próximos cinco años tendrá un crecimiento del 20 por ciento.

Un segmento, en el que muchas empresas esperan ganancias, es el de los juguetes. Una creciente cantidad de juguetes se está haciendo con bioplásticos, señala la página web del proyecto. La demanda de los padres es grande, aunque muchos tienen expectativas equivocadas.

De hecho, muchas empresas conocidas como Lego apuestan por productos fabricados de materias primas renovables. Así, hasta 2030, la empresa danesa ya no hará sus famosos bloques de plástico en base a petróleo sino que utilizará materiales y envases renovables.

La idea de que un juguete de bioplástico es automáticamente más sustentable y seguro, sin embargo, no se corresponde con la realidad, explica el científico Martin Wagner, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología en Trondheim.

Los añadidos químicos que, por ejemplo, hacen a un juguete flexible y resistente, siguen siendo necesarios con el bioplástico. Y apenas hay investigaciones sobre el efecto de estos químicos en el bioplástico. Por lo tanto, se sabe muy poco sobre los riesgos posibles para la salud de los niños, agrega.

Por Helen Hoffmann

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