Berlín, 23 nov (dpa) – En toda Alemania se aplicarán a partir del miércoles normas más estrictas en el lugar de trabajo para frenar los contagios con el coronavirus en las empresas.
Solo se permitirá el acceso a vacunados, recuperados de covid-19 o bien a quienes presenten una prueba reciente negativa, una normativa conocida como «3G», en alusión a las siglas en alemán de las tres opciones permitidas.
Los no vacunados que no pueden trabajar desde casa deben proporcionar al empleador una prueba actualizada diariamente, o una prueba PCR de 48 horas como máximo. También es posible hacer una prueba rápida de autodiagnóstico bajo la supervisión del empresario.
Las empresas son responsables de comprobar las pruebas antes de entrar en los lugares de trabajo. Deben documentar diariamente la norma «3G» y también ofrecer pruebas gratuitas al menos dos veces por semana.
«El nuevo régimen de pruebas plantea grandes retos a nuestras empresas», señaló Steffen Kampeter, de la federación patronal BDA, añadiendo que, sin embargo, la normativa sobre la prueba del estatus de inmunización contra el virus crea seguridad jurídica.
Por su parte, el Comisario Federal de Protección de Datos, Ulrich Kelber, se mostró a favor de aplicar «3G» en el lugar de trabajo, pero criticó el modo de implementarla. «En la mayoría de los casos, habría bastado con permitir a los empresarios simplemente que controlen». En cambio, dice, están obligados a controlar permanentemente, de forma generalizada y bajo la amenaza de una multa.
Los empresarios también se quejan de los plazos. «En pocos días es difícil aplicar controles a gran escala, por ejemplo, para los trabajadores por turnos en la producción», comentó Kai Beckmann, presidente de la Asociación Alemana de Empresarios Químicos.
«Al fin y al cabo, queremos evitar atascos en las puertas de las fábricas que puedan provocar infecciones. Al mismo tiempo, los turnos de producción deben contar con todo el personal».
Los controles «3G» en el trabajo se vuelven aún más complejos cuando tienen lugar fuera de las oficinas o fábricas, por ejemplo, en los oficios. Hans Peter Wollseifer, de la Confederación Alemana de Artesanos (ZDH), reclama que la aplicación de la normativa sea más simple.
«Para las empresas, por ejemplo, de limpieza de edificios o del sector de la construcción, donde la mayoría de los empleados se desplazan directamente a las obras y luego, a menudo, a edificios y lugares de trabajo que cambian a diario, es probable que sea extremadamente difícil», indicó.
Los empleados se enfrentan a las consecuencias de una posible infracción. Los no vacunados que no presenten una prueba válida y se nieguen a someterse a las pruebas no podrán entrar en las instalaciones de la empresa.
«Por tanto, el empresario no tiene que pagar ninguna remuneración en este caso, ya que el empleado no puede realizar ningún trabajo», apunta el experto en derecho laboral Gunnar Roloff.
El presidente de la patronal metalúrgica Gesamtmetall, Stefan Wolf, declaró a la cadena de televisión «Bild Live» que si un empleado se niega rotundamente a trabajar y lo hace durante un periodo prolongado, deja de ofrecer su rendimiento laboral dentro del ámbito de su contrato. «Entonces el empresario puede despedir sin previo aviso».
A la normativa «3G» se suma la obligación de permitir el teletrabajo cuando no existan razones operativas que indiquen lo contrario. Estas razones podrían existir si las tareas se vieran considerablemente restringidas o no pudieran mantenerse en absoluto, por ejemplo, los servicios de ventanilla para los contactos necesarios con los clientes y el personal o las tareas de reparación y mantenimiento.
Los empleados, por su parte, deben aceptar la oferta del empresario de trabajar desde casa, salvo que existan razones para no hacerlo.
Por Alexander Sturm (dpa)