Sin duda son muchas las personas que recuerdan la ilusión que les producía recibir o enviar una carta escrita a mano en tiempos pasados, pues hasta la llegada de la era digital, las cartas eran muy importantes y necesarias en la comunicación humana.

A lo largo de la historia, la escritura de cartas fue la principal forma de comunicación a distancia, permitiendo a las personas compartir noticias, expresar sentimientos y mantener un contacto sin importar las distancias físicas.
Cierto es que hoy en día un mensaje digital, una llamada o las diferentes aplicaciones de mensajería son mucho más instantáneas, pero también son menos personales.
Desde la correspondencia entre amantes hasta las misivas diplomáticas entre naciones, las cartas fueron testigos de innumerables historias personales y eventos históricos. Ofrecían una manera íntima y reflexiva de comunicación, permitiendo a los remitentes reflexionar cuidadosamente sobre sus palabras y a los destinatarios conservar un recuerdo tangible de esos pensamientos y emociones.
Las cartas también fueron herramientas muy importantes para la educación y el intercambio cultural. Autores, científicos y filósofos utilizaban la correspondencia para compartir ideas y descubrimientos, expandiendo el conocimiento más allá de las fronteras geográficas.
Además, el sistema postal evolucionó enormemente para satisfacer la creciente demanda de la comunicación escrita, convirtiéndose en una una parte esencial de la infraestructura social y económica de las naciones.
Con la llegada de la era digital, la rapidez y conveniencia de los correos electrónicos y mensajerías instantáneas relegaron la escritura de cartas a un segundo plano. Sin embargo aún quedan muchas personas que añoran las cartas que recibian de sus amigos, parejas o familiares.
Las cartas son parte de la historia de muchas personas, e incluso son ese diario de vida en el que se documentaban sentimientos, relaciones o compromisos sociales, económicos o comerciales. Las cartas no han desaparecido, y se siguen usando, quizás únicamente por una pequeña cantidad de personas, pero aún se conservan muchas.