Berlín, 21 abr (dpa) – La candidata con más opciones a la presidencia del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Andrea Nahles, se labró un nombre durante el último Gobierno del SPD, hace 15 años, cuando siendo diputada encabezó una rebelión interna para evitar que se aprobaran profundas reformas del sistema social.
Ahora, convertida en jefa parlamentaria del SPD y tras ejercer como ministra de Trabajo en la pasada legislatura, la política de 47 años
busca devolver la ilusión a una formación sumida en una crisis de identidad y desmoralizada por las continuas derrotas electorales.
Nahles fue una figura clave para conseguir que una mayoría de los socialdemócratas aprobasen el acuerdo para formar una tercera coalición de Gobierno con los conservadores bajo la canciller Angela Merkel.
De esta forma reforzó su autoridad en el partido y allanó el camino para convertirse en la candidata del SPD a la cancillería en las elecciones generales de 2021. Tendría opción así de cumplir un sueño de juventud. En una revista de su colegio declaró que de mayor aspiraba a convertirse en «ama de casa o en canciller».
Separada y madre de una hija, Andrea Nahles se convertirá probablemente el domingo en la primera mujer que lidere el Partido Socialdemócrata de Alemania en sus 155 años de historia.
Licenciada en Filosofía y Filología alemana, es miembro del SPD desde que tenía 18 años. En 2009 fue elegida secretaria general del partido y cuatro años después fue nombrada ministra de Trabajo.
En los cuatro años al frente de esta cartera sacó adelante numerosas iniciativas, entre ellas la aprobación del salario mínimo en Alemania y mejoras en las jubilaciones así como en las pensiones que reciben los supervivientes del Holocausto.
En la memoria colectiva todavía está muy presente un enérgico discurso que Nahles pronunció en enero durante un complicado congreso en el que el SPD buscaba el apoyo de sus delegados para negociar la reedición de una gran coalición con Merkel.
Muchos esperan que ese ímpetu contagie a las bases y sirva para recomponer a un partido hecho pedazos que en los últimos tiempos se ha acostumbrado a coleccionar desastres.
Por Andrew McCathie y María Prieto (dpa)