Berlín, 20 abril (dpa)- El museo Gropius Bau de Berlín acogerá hasta el 22 de julio una muestra de las películas de Ana Mendieta, la artista estadounidense de origen cubano fallecida en circunstancias extrañas en el año 1985, cuando tenía apenas 36 años.
La exposición, titulada «Covered in time and History: the films of Ana Mendieta» (Cubiertos en tiempo e historia, los films de Ana Mendieta), es el resultado de tres años de trabajo durante los que se reunió, analizó, restauró y digitalizó gran parte de la obra de Mendieta(1971-1981).
La artista combinó disciplinas como la performance -fue, en efecto, una de las precursoras del ‘body art’ y del ‘land art’-, la escultura, el cine y la fotografía.
El exilio y la búsqueda de identidad son dos de las experiencias de que marcaron su trabajo. Estos elementos han sido definitorios para los organizadores de la exposición, quienes reivindican su actualidad en tiempos en los que emergen nuevos patrones migratorios; cuando los desplazamientos personales, culturales y políticos redefinen las conexiones con el pasado y confrontan a los migrantes con un sistema de normas sociales diferente al suyo.
«El interés en la obra de Ana Mendieta, después de casi 40 años, tiene que ver con un mensaje que nos interpela sobre un problema muy universal:’¿Quién soy y a dónde pertenezco?’, una pregunta que aparece a lo largo de todo su trabajo y que tiene mucha actualidad», explicó a dpa Raquel Mendieta, sobrina de la artista y una de las personas que hicieron posible la inauguración de la muestra.
Otro de los ejes del trabajo de Mendieta es la cuestión de género, abordada desde distintas perspectivas a través de la utilización de las formas del cuerpo femenino. En efecto, en los filmes expuestos en el Gropius Bau, se observa que el cuerpo de la artista es el laboratorio principal sobre el que se monta sus obra experimental.
Así, por ejemplo, su trabajo «Rape Scene», presentado en el año 1973, fue inspirado en el caso de la violación y posterior asesinato de la estudiante Sarah Ann Ottens en el campus de la Universidad de Iowa. La performance consistía en el cuerpo de Mendieta desnudo y cubierto de sangre atado sobre una mesa.
«Como mujer su trabajo me interpela particularmente por su abordaje del cuerpo y de las formas femeninas. Pero incluso creo que Mendieta no nos habla sólo del cuerpo femenino, sino que a partir de él nos está hablando del cuerpo humano en general, y de su reconexión con la naturaleza de un modo muy contemporáneo», dijo por su parte a dpa Stephanie Rosenthal, directora del Gropius Bau.
Ana Mendieta nació en La Habana en el año 1948, en el seno de una familia acomodada que se enfrentó al movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro y que, después de la revolución, trabajó por la caída del régimen comunista.
Cuando era apenas una niña, fue enviada a Iowa junto con su hermana como parte del programa de colaboración entre EEUU y la oposición cubana conocido como Operación Peter Pan. Ambas vivieron durante cinco años como refugiadas y pasaron por varios hogares de acogida hasta que finalmente se reunieron con su familia en los Estados Unidos.
Durante su adolescencia, que transcurrió de manera conflictiva en un país que Ana todavía encontraba extraño, sus estudios de arte fueron el canal a través del cual evitó la asimilación, reafirmó sus orígenes caribeños, y exploró la síntesis entre cuerpo y naturaleza, presente a lo largo de toda su carrera.
Con su consagración, Mendieta se convirtió también en la primera artista exiliada en retornar a la isla, a donde viajó en varias oportunidades con la excusa de intercambios de artistas e intervenciones en la naturaleza, puntualmente para el montaje de sus esculturas de Jaruco en el año 1980.
La cubano-estadounidense también viajó a México, donde realizó algunos de sus trabajos más destacados como «Silueta del Laberinto» y «Burial Pyramid». En el año 1982 se trasladó a Italia, donde recibió el Premio de Roma de la Academia estadounidense y comenzó su trabajo con objetos creando dibujos y esculturas.
Su despedida llegó demasiado pronto, cuando Mendieta ya era considerada una exponente de las vanguardias en los exclusivos círculos artísticos de Estados Unidos. Para entonces, había estado casada durante algunos meses con el también artista Carl André, poeta y escultor, y uno de los exponentes del minimalismo, quien estuvo involucrado en el episodio que terminó con su muerte.
De acuerdo con varios testigos, la pareja mantuvo una fuerte discusión en el departamento que él poseía en Nueva York, minutos antes de que la artista muriera al caer por la ventana del piso número 34 del edificio. Tras un proceso judicial que se prolongó durante tres años, el viudo fue absuelto de los cargos de asesinato, aunque las circunstancias de la muerte de Ana Mendieta continúan siendo motivo de debate en los círculos feministas del mundo del arte.