Berlín/ Fráncfort, 10 abr (dpa) – El nuevo presidente de Deutsche Bank, Christian Sewing (47 años), llega al cargo con un mensaje directo: «Tenemos que recuperar nuestra ‘mentalidad cazadora’ con vistas a nuestros ingresos, mejorar en todos nuestros sectores de negocio y situar más alto el listón», pidió Sewing a los casi 100.000 empleados de la entidad en un comunicado hecho público ayer.
El alemán Sewing sucedió el pasado domingo al británico John Cryan en una fulminante decisión que busca insuflar nuevas energías al mayor banco privado de Alemania, que acumula tres años consecutivos cosechando número rojos.
El sucesor de Cryan advirtió que la dirección del Deutsche Bank tomará más «decisiones duras» respecto a «los beneficios, los costes y el capital estructural» del banco. «Los costes netos no podrán superar este año los 23.000 millones de euros. Eso no es negociable», anunció Sewing, que apuntaba así a posibles nuevos despidos y más recortes. «Tendremos que supervisar nuestros procesos internos y eliminar burocracia y trabajos duplicados», señaló.
Cryan llegó a la cúspide del Deutsche Bank en verano de 2015 con el cartel de renovador y saneador de la entidad. El banquero británico centró sus esfuerzos en poner fin a costosos procesos judiciales generados por las malas prácticas y ejecutó la fusión del Deutsche Bank con su filial Postbkank. Sin embargo, no consiguió sacar a la entidad de los números rojos.
La imagen del Deutsche Bank se ha visto salpicada en los últimos años por diversos escándalos, como la manipulación de los tipos de interés (libor, euribor) o la evasión fiscal en favor de algunos de sus clientes, como destaparon el diario «Süddeutsche Zeitung» y los canales de televisión públicos alemanes NDR y WDR a través de la publicación de los «Panama Papers».
El jurista y autor alemán Wolfgang Hetzer publicó a finales de 2015 un libro en el que incluso iba más allá: «¿Es el Deutsche Bank una asociación criminal?», se preguntaba entonces Hetzer con el título de su libro, en el que enumera las acusaciones y sospechas que enfrenta la entidad alemana: prácticas de cartel, falsificación de información para la venta de productos financieros, manipulación de balances bancarios y así un largo etcétera.
En total, el Deutsche Bank ha tenido que pagar multas por valor de más de 19.000 millones de euros generadas por las irregularidades y malas prácticas enumeradas en el libro de Hetzer y que tantos titulares han provocado en la prensa alemana y extranjera. Eso gastos han contribuido a mantener el banco en pérdidas.
El nuevo presidente (que comenzó como aprendiz en 1989 en el Deutsche Bank, donde ha desarrollado prácticamente toda su carrera) quiere conducir ahora la entidad «a una nueva era», como dijo el domingo el jefe del consejo de administración del banco, Paul Achleitner, poco después de que el consejo de administración decidiera sustituir a Cryan por Sewing.
«Deberíamos concentrarnos menos en nosotros mismos y más en nuestros clientes», razonaba este lunes Sewing en su primer comunicado público como nuevo presidente del Deutsche Bank. «Deberíamos ofrecerles soluciones convincentes y no sólo productos», escribió Sewing en un aparente intento de recuperar cierto crédito para un banco que no sólo ha perdido dinero, sino también credibilidad.
Pese al mensaje de optimismo lanzado este lunes, Sewing tiene ante sí una tarea ingente. Como apuntan los analistas financieros, el problema fundamental del banco sigue siendo la falta de un sector de negocio que le aporte realmente beneficios. Los expertos recuerdan, además, que más recortes en la banca de inversión no necesariamente tendrían que traducirse en una mayor rentabilidad.
El cambio en la dirección tuvo al menos efectos positivos a corto plazo: las acciones del Deutsche Bank registraron ayer un aumento del 3,33 por ciento en la apertura de la semana bursátil en la Bolsa de Fráncfort. La decisión del Deutsche Bank pareció además influir positivamente en los valores del sector bancario en el parqué alemán: las acciones del Commerzbank también registraron un aumento del 2,05 por ciento.
Por Jörn Bender y Andreu Jerez (dpa)