Gütersloh (Alemania), 22 mar (dpa) – En cada vez más países en desarrollo y emergentes los gobernantes aprovechan los organismos de control del Estado para perpetuarse en el poder y poner en marcha un sistema de autoenriquecimiento, de acuerdo a un estudio publicado hoy por la Fundación Bertelsmann.
Los datos publicados por el organismo alemán revelan además que la calidad de la democracia, de la economía de mercado y de la buena gestión de Gobierno cayó a su nivel más bajo de los últimos doce años en estos países.
«Muchos dirigentes intentan cimentar sus pretensiones de liderazgo a través de medidas represivas. Pero a la larga, el Gobierno por la fuerza en vez de basado en el diálogo conduce a un callejón sin salida», valoró Aart De Geus, presidente de la junta directiva de la Fundación Bertelsmann.
El análisis, llevado a cabo durante dos años en 129 países en desarrollo y emergentes, determinó como tendencia general que la represión aumentó y las libertades políticas se recortaron en estos estados.
Los investigadores constataron asimismo que en 72 de los países se perciben niveles muy elevados de pobreza y de marginación social. En 22 de ellos, entre los que destacan Venezuela o Sudáfrica, se registró además un empeoramiento de la justicia social.
El estudio precisa que en los dos últimos años los mayores progresos democráticos se dieron en Burkina Faso y en Sri Lanka. Mientras, no se observaron estándares democráticos mínimos en Nicaragua, Bangladesh, Mozambique, Líbano y Uganda.
Con especial preocupación observaron los expertos la situación de Turquía desde el intento de golpe de Estado de julio de 2016. Desde entonces, precisa el informe, en el país del Bósforo se detectan «grandes limitaciones de la libertad de opinión, de la libertad de prensa y de la libertad de reunión», así como el «adoctrinamiento de los propios seguidores y la marginación de la oposición».
De los 129 países en desarrollo y emergentes analizados en base a informes de 250 expertos internacionales, el estudio identifica 71 como democracias y 58 como autocracias. Además, en 2017 cifra en cerca de 4.200 los millones de personas que vivían en países democráticos (4.000 en el año 2003) y en unos 3.300 millones los ciudadanos que lo hacían regímenes autocráticos (2.300 millones en 2003).
La razón que explicaría estos malos resultados se debe, según los analistas, a la falta de capacidad de muchos gobiernos para utilizar el diálogo y el consenso en la solución de conflictos que se dan en sus sociedades. En este sentido, indica que desde 2006 en un total de 58 países disminuyó la disposición de los dirigentes a mediar en conflictos para favorecer su solución.