Roma, 19 mar (dpa) – Actualmente, nadie describiría a la Iglesia católica como joven. De hecho, muchos la asocian con hombres mayores, textos antiguos y mentalidad anticuada. Ahora, el papa Francisco quiere cambiar esa imagen, por lo que ha invitado a cientos de jóvenes al Vaticano.
El encuentro de jóvenes tiene el objetivo de preparar el sínodo de los obispos, es decir la reunión de todos los obispos del mundo, que se celebrará en el Vaticano en octubre con el lema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional».
Francisco se encuentra hoy en su elemento entre los asistentes a la denominada reunión presinodal. Improvisa, gesticula, hace bromas, ríe, se emociona y se toma todo el tiempo del mundo. Ante él se encuentran 300 jóvenes de todo el mundo.
El papa, de 81 años, disfruta con el contacto con las personas y con las conversaciones personales, «no el intercambio de mensajes y fotos», dice.
Francisco lamenta que en demasiadas ocasiones se hable de los jóvenes y se los juzgue sin escucharlos. Muchos de los presentes están fascinados. Francisco, el papa de los «selfies», realmente simpatiza con la juventud.
«Él entiende los problemas de los jóvenes y es capaz de entusiasmarlos. Sabe dónde estamos», dice Magdalena Hartman, una joven alemana de 21 años. En su país, la distancia entre la Iglesia y los jóvenes es tan grande «porque el lenguaje de los textos antiguos y de los sermones no llega a los jóvenes», explica.
Aunque Francisco representa todo lo contrario al «Young Pope», es decir, el joven papa interpretado por Jude Law en la popular serie de televisión, está mucho más cerca de los jóvenes que el pontífice emérito Benedicto XVI, cuenta Hartmann.
Aunque esto por sí solo no es suficiente. En el Día Internacional de la Mujer, por ejemplo, no se hizo demasiado, critica Alina Oehler, otra participante en la reunión que representa a la organización «Voices of Faith».
«Ahora, las mujeres jóvenes se alejan de la Iglesia porque para ellas es una institución de hombres mayores», explica. Y esas mujeres mantienen también a sus hijos alejados, por lo que las cifras de miembros de la Iglesia siguen disminuyendo, agrega. Oehler, de 27 años, quiere que se introduzca el tema de las mujeres en el sínodo de los obispos.
Francisco puede beneficiarse con el tema de la juventud, pues la Iglesia necesita urgentemente nuevos adeptos en diferentes países. Cinco años después del comienzo de su papado, Francisco ha perdido parte de su atractivo. Muchos están decepcionados porque el argentino prometió una modernización de la Iglesia, pero hasta ahora no ha conseguido mucho.
Los debates sobre la juventud son menos polémicos que aquellos más delicados como la homosexualidad o el acceso de los divorciados casados por segunda vez a la comunión. Este último asunto fue uno de los principales en el anterior sínodo sobre la familia, donde los obispos mantuvieron intensas disputas. Aunque es cierto que en el sínodo sobre la juventud entran también en juego cuestiones polémicas como el celibato.
Francisco ha demostrado que tiene afinidad con los temas de la juventud. El martes se publicará una serie de entrevistas con Francisco con el título «Dios es joven», en las que el pontífice habla tanto de las borracheras antes de salir de fiesta, como de Internet, que hace a las personas «inconstantes».
Pero por supuesto, los actos deben seguir a las palabras. «Ya era hora de que Francisco escuchara. El escuchar es un buen primer paso, pero a este deben seguirle otros», dice Thomas Andonie, de la Asociación de Jóvenes Alemanes Católicos. Su compañera Oehler se queja de que en el auténtico sínodo volverán a estar presentes solo «hombres mayores». «Tendrían que volver a invitar a jóvenes. Así nadie podría escaparse», sugiere.
Por Annette Reuther (dpa)