Río de Janeiro, 15 mar (dpa) – Política joven, mujer negra e incansable activista por los derechos humanos: el asesinato de una conocida concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco, aparentemente ejecutada a tiros en la calle, causó hoy conmoción en todo Brasil.
Franco, de 38 años, fue asesinada en la noche del miércoles cuando el auto en que viajaba junto con otras dos personas fue atacado desde otro vehículo en una avenida del céntrico barrio carioca de Estácio.
La noticia sobre la muerte de la popular concejala generó hoy una ola de indignación y de dolor en Río, una ciudad hastiada de las noticias sobre homicidios, asaltos y tiroteos callejeros. Miles de manifestantes se reunieron delante de la sede del ayuntamiento de Río para exigir respuestas a las autoridades.
El asesinato de la activista negra, conocida por sus críticas incómodas contra la violencia policial y su lucha contra el racismo y la discriminación, marcó también la agenda política en Brasilia.
«Es un atentado contra el Estado de derecho y la democracia», dijo el presidente Michel Temer en declaraciones ante los medios. En la red social Twitter aseguró también que el Gobierno pondrá a disposición de las autoridades militares de Río a la Policía Federal para esclarecer lo ocurrido. «Ese crimen no quedará impune», aseguró.
El mandatario señaló asimismo que había pedido al ministro de Seguridad Pública, Raul Jungmann, que ponga a disposición de las autoridades militares de Río a efectivos de la Policía Federal para las investigaciones. «Ese crimen no quedará impune», aseguró Temer.
Franco fue alcanzada por al menos cuatro disparos, según la reconstrucción de los hechos. El conductor del vehículo también murió. Una asesora de Franco sobrevivió con heridas de gravedad. La concejala viajaba en el asiento trasero en un vehículo con los cristales tintados y los atacantes no se llevaron nada.
La política, oriunda de la convulsa favela Maré, en la empobrecida zona norte de Río, volvía de un evento público con jóvenes activistas negros en el barrio carioca de Lapa. La Policía trabajaba con la hipótesis de que se trató de un asesinato premeditado, aunque todavía no habían indicios sobre la autoría.
En varias favelas cariocas impera una situación casi de guerra por violentos enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes, tanto entre ellas como con las fuerzas de seguridad. También operan milicias armadas que extorsionan a los habitantes cobrándoles por los servicios públicos, a menudo con apoyo de funcionarios corruptos.
Franco militaba en el izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y acababa de asumir una relatoría de la Cámara de Concejales carioca para supervisar la intervención militar decretada por Temer hace algunas semanas para intentar frenar la ola de inseguridad y violencia en la segunda ciudad brasileña.
«¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?», había tuiteado Franco esta semana después de la muerte de un joven al parecer tras un operativo policial.
Miles de manifestantes culparon a las autoridades por la escalada de violencia al recibir el féretro de Franco poco después del mediodía frente a la Asamblea Municipal de Río, entre lágrimas de dolor.
«Los tiros que alcanzaron a Marielle Franco golpearon a las mujeres negras, a los activistas de los derechos humanos y a los representantes de la sociedad civil», dijo a la agencia dpa Antonio Carlos Costa, un activista de 55 años.
Las autoridades de Río se mostraron consternadas por la noticia. «Lamento profundamente este caso de extrema cobardía contra la concejala Marielle Franco, una mujer admirable, guerrera y activista, de liderazgo inequívoco, que tanto luchó contra las desigualdades y violencia de la que acabó siendo víctima», señaló el gobernador del estado, Luiz Fernando Pezao.
El alcalde de Río, Marcelo Crivella, decretó tres días de luto oficial por Franco, que había sido la quinta concejala más votada de la ciudad en las elecciones de 2016. En Brasilia, los miembros del PSOL organizaron una protesta con pancartas en la sede del Congreso.
Las organizaciones Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) exigieron que se esclarezca rápidamente lo ocurrido. El Estado «debe garantizar una investigación inmediata y rigurosa», exigió Amnistía.
«Es necesario poner fin, de una vez por todas, al clima de impunidad existente en el estado de Río de Janeiro, que alimenta el ciclo de violencia», escribió HRW en un comunicado.
Río de Janeiro sufre una creciente ola de violencia desde el final de los megaeventos internacionales de los últimos años, el Mundial de fútbol Brasil 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. La tasa de homicidios el año pasado fue de 40 por 100.000 habitantes, el nivel más alto desde 2009.
Por Isaac Risco (dpa)