Madrid, 9 mar (dpa) – Que España se ha convertido en uno de los epicentros del movimiento feminista es algo que ya nadie duda tras las grandes manifestaciones que tiñeron de morado el jueves el país y que hicieron cambiar su discurso al mismísimo Mariano Rajoy.
Su Gobierno valoró hoy «muy positivamente» la movilización del 8 de marzo (8M) y se comprometió a trabajar por la igualdad entre hombres y mujeres, pese a que ninguno de sus miembros secundó los paros laborales convocados ni participó en las marchas.
La histórica jornada que se vivió el jueves en España, con miles de personas en las calles y 5,3 millones secundando los paros, fue un éxito anunciado al que el Partido Popular (PP) de Rajoy fue acercándose poco a poco tras duras críticas y reacciones polémicas.
En solo 43 días, Rajoy pasó de rechazar tomar medidas para acabar con la brecha salarial a lucir en un acto público un lazo morado en la solapa, símbolo del Día Internacional de la Mujer.
Sus palabras el 23 de enero, cuando preguntado por la desigualdad de salarios entre hombres y mujeres contestó «no nos metamos en eso», despertó la indignación en las filas del feminismo y en la oposición.
«Los gobernantes debemos ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuales no, y desde luego, no hay ninguna que sea igualar salarios», dijo aquel día en una entrevista radiofónica.
Desde entonces, Rajoy y su Gobierno han ido limando sus posiciones y reacciones al 8M a medida que las convocatorias iban ganando terreno en el debate público en España, desbancando en ocasiones otros temas de enjundia como la crisis independentista en Cataluña.
Pero, en el camino, han hecho saltar la polémica. La ministra de Igualdad, Dolors Montserrat, llegó a decir esta misma semana que ser feminista era «una etiqueta» con la que no se sentía identificada, mientras que otras responsables del gabinete apostaban por no secundar los paros organizados y hacer una huelga «a la japonesa».
En el PP tildaron de «elitista», «insolidaria» e «irresponsable» la huelga convocada, la primera feminista de la historia en España, que atribuían a la izquierda radical y a partidos como Podemos.
Mientras el resto de fuerzas políticas apoyaban de una u otra manera las convocatorias feministas de una jornada que se adivinaba sin precedentes, el PP y el Gobierno tomaban distancia de un tema que tradicionalmente no ha estado en su agenda ni en la de su electorado.
El martes, sin embargo, Rajoy dio la primera sorpresa en el Senado al asegurar que no se reconocía en «la huelga a la japonesa» defendida por su ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, y por la líder de su partido en la región de Madrid, Cristina Cifuentes.
Y, dos días después, el jefe del Gobierno se puso el lazo morado y expresó su «compromiso de seguir trabajando en defensa de la igualdad real entre hombres y mujeres, sin regatear un solo esfuerzo».
«Es significativo (…) el giro protagonizado por Mariano Rajoy, quien en pocas semanas ha pasado de quedarse sin palabras ante una pregunta sobre la brecha salarial a ponerse el lazo morado y proclamar su apuesta por la igualdad ‘sin regatear un solo esfuerzo'», destacó hoy en su editorial el diario «El Mundo».
Hoy, el Ejecutivo declinó hacer autocrítica, pero certificó el viraje en su discurso al calificar de «buena noticia» el éxito de las movilizaciones, recogidas por la prensa internacional.
En el PP también hubo golpe de timón. «Lo de ayer no es una cuestión partidista ni de ideologías porque forma parte de los valores fundamentales de la democracia», destacó una de las dirigentes del partido, Andrea Levy, quien reconoció el «gran triunfo» del 8M.
Desde la organización de las movilizaciones hablan de «un antes y un después» en un país en el que algunas voces ya sitúan «la cuarta ola del feminismo».
Por Ana Lázaro Verde (dpa)