Madrid, 13 feb (dpa) – Zinedine Zidane y Unai Emery afrontarán desde mañana una eliminatoria de Liga de Campeones que sin duda resultará crucial para el futuro a medio plazo de ambos entrenadores, situados entre la espada y la pared a pesar de sus éxitos.
Se medirán los dos técnicos que más títulos ganaron en los dos últimos años. El técnico del Real Madrid cuenta ocho y el del Paris Saint-Germain acumula cinco. Pero el fútbol sólo conoce el presente y la eliminatoria dejará mucho más que dañado al perdedor.
Zidane perdió su aura mágica a ritmo acelerado. En agosto dirigía a un grupo que parecía llamado a marcar un ciclo en el fútbol continental, pero todo se fue desvaneciendo a marchas forzadas. Tanto es así que al Real Madrid, fuera de la pelea por la Liga español y eliminado de la Copa del Rey, sólo le queda la Liga de Campeones para intentar salvar la temporada. Es lo más cercano a jugar con fuego.
La situación de Emery también es sumamente inestable. Prácticamente desde el primer día que fichó por el PSG tuvo que aprender a convivir con los rumores de despido. Es lo que tiene firmar por un club que gastó 1.115 millones de euros (1.376 millones de dólares) en fichajes desde 2011.
Los títulos de Liga y Copa de Francia se dan por descontados para el jeque Nasser Al-Khelaifi, que ya sólo desea la gloria de la Liga de Campeones. Por eso se gastó esta temporada otro saco de millones en Neymar y Kylian Mbappé. Fue su respuesta a la increíble eliminación de la pasada campaña ante el Barcelona después de ganar 4-0 en la ida y caer por un estrepitoso 6-1 en la vuelta. Contra todo pronóstico, Emery siguió al frente del banquillo.
Son tiempos duros para ser entrenador de un equipo con la máxima exigencia. Lo sabe bien Zidane, el técnico que lo ganó casi todo con el Real Madrid en su primera experiencia en un banquillo de elite.
Ahora afronta la otra cara del fútbol, por más que sus dirigentes mantengan una férrea confianza en él. Sigue siendo un ídolo para el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, pero a cambio perdió el favor de su hinchada. Al menos, de un amplio sector.
La cuestión no es si el club le despedirá a final de temporada si no gana nada. Más bien, ese asunto estriba en si será el propio Zidane el que dé un paso al costado.
«No vamos a cambiar lo que pueda opinar la gente de nosotros. Intento trabajar, es mi pasión, intento transmitir muchas cosas y el resto no lo puedo controlar. No tengo que demostrar nada», manifestó hoy en rueda de prensa.
En el caso de Emery, está por ver si logra que el PSG se instale en la elite de la Liga de Campeones. Se la juega primero ante el Real Madrid y, si pasa, en las siguientes eliminatorias. Estar cerca, como el año pasado, ya no es suficiente.
Está por demostrar si cambió la mentalidad de sus jugadores, si ya son ganadores. Le deben ayudar Neymar y Mbappé, dos grandes estrellas. También el resto de un plantel realmente extraordinario que se pasea por Francia.
En la actual la Liga de Campeones cerró la fase de grupos convirtiéndose en el primer equipo en alcanzar los 25 goles en seis partidos. A cambio, dejó la duda al perder 3-1 ante el Bayern Múnich. De nuevo, se vuelve a sospechar de la capacidad del conjunto francés para rendir en los grandes campos europeos. Como es el Santiago Bernabéu. Emery lo debe resolver si quiere seguir al frente del lujoso equipo parisino.
«El mensaje es que creemos en nosotros, que estamos preparados para jugar choques como este», aseguró esta semana al diario «Marca». A partir de mañana llega el momento de ofrecer certezas.
Por Alberto Bravo (dpa)