Kuala Lumpur, 12 feb (dpa) – Hace un año, Siti Aishah celebró su 25 cumpleaños. De aquella cena en un restaurante de la capital malasia, Kuala Lumpur, hay también un video en cuyas imágenes se ve a la joven indonesia, que quería hacer carrera en la televisión. Alguien le sostiene un pastel con una vela y asegura: «La persona que está junto a mí será una celebridad». Aishah sopla la vela y sonríe.
La profecía se cumplió, aunque no de la forma que ella esperaba.
Aishah se convirtió en noticia al día siguiente en todo el mundo por lo que hizo. Ella y la vietnamita Doan Thi Huong (de 29 años) asaltaron en el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur y le restregaron en la cara un producto químico a Kim Jong-nam, el medio hermano del líder norcoreano Kim Jong-un. El producto que emplearon era el veneno VX. Dos horas más tarde de los hechos ocurridos aquel 13 de febrero, el hombre de 45 años había muerto.
Apenas unos días después ambas mujeres fueron detenidas y no hay ninguna duda de su participación en el asesinato a raíz de las imágenes grabadas en las cámaras de vigilancia del aeropuerto.
Ambas están siendo juzgadas desde hace meses en Malasia y se las acusa de asesinato, lo que se castiga en el país con la pena de muerte. La única posibilidad que tienen de esquivarla es hacer creíble que realmente no tenían ni idea de lo que estaban haciendo.
Las dos sostienen que dos hombres, que ellas pensaron que eran japoneses o chinos, las habían contratado para un programa de televisión de cámara oculta. Les propusieron como diversión rociar a un desconocido con aceite de bebé o algo similar en la cara. Durante el proceso se supo que Aishah ya lo había hecho un par de veces antes sin que nadie resultara herido. Pero eso no significa nada.
La defensa argumenta que Aishah y Huong jamás habrían accedido a someterse a un peligro semejante. El VX es una sustancia tóxica que Naciones Unidas ha etiquetado como método de aniquilación masiva.
Además, según la defensa, las acusadas tuvieron la oportunidad de huir a pie del país. Sin embargo, hay grabaciones en las se ve a ambas que, tras el ataque, corren al baño y mantienen las manos alejadas del cuerpo. Algo que no se haría si se tratase de aceite para bebé.
Las acusadas se declararon inocentes ante el tribunal y desde entonces se han negado a declarar. En el banquillo se las ve siempre con un vestido largo hasta los tobillos, con un pañuelo que les cubre el cabello y en ocasiones con un pañuelo delante de la boca, al parecer para protegerse del aire acondicionado, que realmente mantiene la sala a temperaturas bajas. Pero también es la forma de ver poco de ellas.
Pero poco a poco va quedando cada vez más claro que el encargo realmente vino de Corea del Norte, aun cuando la nación comunista siga negando cualquier involucración en los hechos. La teoría de que el mayor los Kim, un hombre de entre 120 y140 kilos, muriese de un ataque al corazón, quedó refutada tras la autopsia, donde se encontraron huellas del veneno en el rostro, el cerebro, los pulmones, el hígado y el bazo.
La víctima era el hijo mayor del que fuera el líder de Corea del Norte Kim Jong-il (1941-2011) con un anterior matrimonio. Durante un tiempo se creyó que él sucedería a su padre, pero cayó en desgracia. Los últimos años vivió fuera de Corea del Norte con cierta fama de playboy. No era crítico con el régimen y algunos expertos señalan que se mantenía a la espera por si su medio hermano era derrocado. Poco antes de su muerte se entrevistó al parecer con un agente del servicio secreto estadounidense, lo que hasta la fecha no se ha confirmado en el juicio.
Según la investigación policial, el envenenamiento fue planeado por cuatro agentes norcoreanos, que el día de autos acudieron con coche de la embajada al aeropuerto y después se marcharon de inmediato a su país. Antes se habían reunido con diplomáticos norcoreanos. El cerebro fue al parecer Hong Song-hac, un hombre de 34 años sobre el que ahora pesa una orden internacional de detención de Interpol.
Pese a todo, hasta ahora se ha hablado significativamente bien poco en el juicio. No obstante, el abogado Gooi Soon Seng, abogado de Aishah, dijo a dpa el viernes pasado acerca del juicio: «De una forma o de otra Corea del Norte está involucrada».
Pero el tribunal se está tomando su tiempo. Al parecer, Malasia no tiene interés alguno en que el juicio se politice.
En las primeras semanas tras el asesinato, entre ambas naciones hubo tensiones diplomáticas. Entretanto las relaciones se han relajado. No obstante la desconfianza sigue siendo grande y eso se ve en que cuando las acusadas son trasladadas ante el tribunal hay un gran despliegue de tiradores de precisión. Por temor a un atentado, o por las razones que sean, ellas llevan siempre un chaleco antibalas.
Y nadie sabe cuándo se dará a conocer el fallo del tribunal.
Por Christoph Sator, (dpa)