Tel Aviv/Varsovia, 1 feb (dpa) – El israelí Shmuel Atzmon, superviviente del Holocausto, trabaja desde hace casi tres décadas a favor de la reconciliación con Polonia y suele viajar allí para revivir la cultura judía. La fuerte disputa por una nueva ley en Polonia le afecta profundamente.
«Es muy doloroso para mí lo que está pasando», explica a dpa Atzmon, de 88 años. «Cada uno de nosotros lleva el recuerdo, la historia de lo que vivió. Ninguna ley puede cambiar eso».
El Senado polaco aprobó hoy una ley que contempla multas o hasta tres años de cárcel para quien atribuya en público y en contra de los hechos al pueblo polaco o al Estado polaco la responsabilidad o corresponsabilidad de los crímenes nazis cometidos por el Tercer Reich.
También se extiende a cualquier otro crimen contra la paz, la humanidad o crímenes de guerra, y puede ser sancionado quien minimice de forma extrema la responsabilidad de los verdaderos autores de esos crímenes. Antes de entrar en vigor, necesita la firma del presidente, Andrzej Duda, pero ya desató una enorme disputa entre Polonia e Israel.
La Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia. La guerra, ocupación y trabajos forzados dejaron seis millones de polacos muertos, entre ellos tres millones de judíos polacos víctimas del Holocausto.
Con estas sanciones, el Gobierno polaco quiere proteger la imagen de Polonia, donde indigna sobre todo el término «campos de la muerte polacos». «En ese caso tienen razón, no son campos de exterminio polacos, sino campos construidos por los alemanes en suelo polaco», explica David Silberklang, destacado historiador de la institución israelí de conmemoración de las víctimas del Holocausto Yad Vashem. Pero es «totalmente exagerado» amenazar con hasta tres años de cárcel por el uso de ese término equívoco, añade.
En Israel se teme que la ley polaca impida un debate abierto sobre crímenes históricamente documentados de ciudadanos polacos contra sus vecinos judíos durante la ocupación alemana. «La cuestión es la libertad legítima e importante de hablar sobre la participación de los polacos en el asesinato de judíos sin miedo a una sanción», apuntó un portavoz del Ministerio de Exteriores israelí.
El Instituto para el Recuerdo Nacional de Polonia (IPN), que impulsa la investigación histórica y tiene atribuciones jurídicas, considera que la ley está justificada. Durante las últimas décadas Polonia fue calumniada en muchas ocasiones y presentada como «cómplice de Hitler», argumenta la institución púbica, que se encargará de implementar la nueva ley.
El vicepresidente del IPN, Mateusz Szpytma, considera injustificado el temor a que el Gobierno polaco utilice esta ley para negar casos de responsabilidad probada de Polonia. Sólo podrán ser sancionados quienes hablen sobre Polonia «en contra de los hechos», según la ley. «Así que no hay ninguna posibilidad de que sea investigado alguien que hable sobre algo que ocurrió», apunta. Además, la ciencia y el arte quedaron eximidos de posibles castigos, añade.
Pero a los investigadores polacos no les tranquiliza esa explicación. La formulación de la ley es muy genérica e imprecisa, advierten los expertos del Centro para la Investigación del Holocausto de la Academia Polaca de las Ciencias. En su opinión, daría margen de interpretación a las autoridades y gobernantes. «Es un peligro para toda la vida pública y para el debate sobre el pasado polaco», alertan. Podría influir también en el periodismo y la educación, y con ello también en el arte y la ciencia.
La desconfianza con el Gobierno polaco tiene sus motivos. Los políticos nacionalconservadores calificaron en el pasado como «antipolaca» la oscarizada película «Ida», de Pawel Pawlikowski, en la que los padres de una monja de origen judío son asesinados por un vecino polaco durante la ocupación alemana.
«La ley no es buena, es antidemocrática y propagandística», critica el profesor emérito israelí Shimon Redlich, originario de Polonia y también superviviente del Holocausto. «Hay que actuar en contra pero algunas reacciones en Israel son algo histéricas», añade.
«Históricamente los polacos se consideran víctimas de Rusia y Alemania, pero también como un pueblo con una elevada moral», cuenta Redlich. Esa percepción podría verse empañada por historias de horribles crímenes cometidos por polacos contra sus conciudadanos judíos, añade.
El reputado historiador Jan Tomasz Gross, de la Universidad de Princeton, describió en uno de sus libros la masacre de Jedwabne de 1941, en la que cientos de polacos judíos fueron asesinados por sus vecinos, que los quemaron vivos en un granero. El crimen había sido atribuido durante décadas a los alemanes y el libro de Gross desató un controvertido debate. Para muchos polacos hasta entonces era impensable que también los polacos pudiesen haber cometido crímenes contra los judíos.
«Una sociedad puede ser a la vez víctima y convertir en víctima a otro grupo», afirma Redlich. Polonia sufrió durante la Segunda Guerra Mundial bajo la ocupación alemana, pero a la vez hubo graves ataques de polacos contra judíos. «A pesar de ello, no debe olvidarse que los principales autores fueron los alemanes».
Shmuel Atzmon sigue creyendo que la cultura judío-polaca puede servir de puente entre ambos pueblos. «Debemos fortalecer a las próximas generaciones, a mis nietos y a los nietos de los polacos», afirma el superviviente al Holocausto. «Pero debemos contar la verdadera historia, para que estas cosas no se repitan».
Por Sara Lemel y Natalie Skrzypczak