Roma, 1 feb (dpa) – Un hombre calvo y uniformado cae literalmente desde el cielo en la Roma moderna: el dictador fascista Benito Mussolini ha vuelto. «Sono tornato» (he vuelto) aterriza hoy en la cartelera italiana en plena campaña por las elecciones generales del 4 de marzo, que han sumido al país en un debate nacional sobre su aparentemente inconcluso ajuste de cuentas con el pasado.
«Al contrario que los alemanes, los italianos nunca han asumido que tuvieron un dictador. Es como si borraran lo peligroso que fue, como si olvidaran las lecciones de la Historia», contó el director del filme, Luca Miniero, en vísperas del estreno. La película es en realidad un remake de la alemana «Look Who’s Back» (2015), que planteaba el resurgimiento del dictador nazi Adolf Hitler en pleno siglo XXI.
No obstante, si la cinta germana -que a su vez se basaba en un bestseller- adoptaba el formato de falso documental, «Sono tornato» está planteada como una comedia al estilo tradicional, con guiños al «slapstick» de comienzos del siglo XX. Todo ello aderezado con varias escenas de cámara oculta en las que los ciudadanos reciben con el saludo fascista al Duce, que acaba convirtiéndose en una estrella de la televisión.
Según contó en rueda de prensa el encargado de dar vida al ex dictador, el actor Massimo Popolizio, si en la versión alemana los alemanes se muestran prácticamente horrorizados ante la aparición de Hitler, «en Italia la gente pide selfies» a Mussolini. Además, contó su compañero Frank Mantano, durante las entrevistas promocionales notó una «profunda nostalgia» por una época que muchos no vivieron.
«Mi abuelo tenía estatuas de Mussolini en casa, amaba a Mussolini», afirma el joven ex estrella de YouTube Mantano. «Mucha gente se olvidó de lo que hizo Mussolini, incluido mi abuelo», añadió.
Mussolini gobernó Italia entre 1922 y 1943. Encarceló a sus rivales políticos, en 1938 adoptó leyes antijudíos y lideró el país hacia la Segunda Guerra Mundial de la mano de la Alemania nazi. Entre 1943 y 1945, el Duce estuvo al frente de un Estado marioneta nazi en el norte de Italia hasta que, al final de la contienda, los partisanos lo asesinaron cuando intentaba huir a Suiza con su amante. Los cadáveres de ambos fueron ultrajados en una plaza de Milán.
Sin embargo, hoy en día el legado de su régimen sigue siendo visible en el país. Los edificios de la era Mussolini, a menudo decorados con eslóganes fascistas, se mantienen intactos en muchas ciudades, en las tiendas y mercados se venden recuerdos de la época y grupos que coquetean con la ultraderecha proclaman libremente su credo fascista.
El año pasado, un jurista del gobernante Partido Democrático, Emmanuele Fiano, promovió una ley que criminaliza la exhibición pública de símbolos nazis o fascistas. Aunque el proyecto fue aprobado por la Cámara baja del Parlamento, el Senado lo rechazó. Mientras tanto, había sido denunciado por muchos comentaristas como un ataque contra la libertad de expresión.
Según Marco Tarchi, profesor de la Universidad de Florencia y experto en la ultraderecha, «muchos italianos ven el fascismo como un asunto histórico, no político, lo que justifica coleccionar reliquias de aquel tiempo». En su opinión, afirmó a dpa, «criminalizarlo sería liberticida, estúpido y contraproducente».
Los historiadores han mostrado que el mandato de Mussolini tuvo «muchas aristas» y gozó de verdadera popularidad, por lo que sería mejor reflexionar sobre esto que condenar todo lo que hizo, añade el experto en referencia a las palabras del presidente italiano, Sergio Mattarella. Según afirmó éste la semana pasada, es «gravemente erróneo e inaceptable» reivindicar que «el fascismo tuvo algunos méritos».
Aunque los partidos neofascistas eran hasta ahora un fenómeno marginal en Italia, donde apenas cosechaban un uno por ciento, las formaciones de ultraderecha y antiinmigrantes como la Liga son más de diez veces más populares. El 26 de enero, el líder de ésta, Matteo Salvini, condenó la persecución de los judíos, pero añadió que durante el fascismo pasaron «muchas cosas (buenas) como la reforma de las pensiones y los programas de empleo público.
Según los autores de «Sono tornato», su intención no era hacer una película ideológica, sino utilizar el fantasma de Mussolini para poner de manifiesto algunos rasgos endémicos de la sociedad italiana. «Sus vicios, su cinismo, su maldad, son (un reflejo de) nuestros vicios, nuestro cinismo y nuestra maldad», afirmó el guionista, Nicola Guaglianone.
El filme, que se estrena en más de 400 salas, ya tiene de antemano una fan de alto perfil. «Me gustó mucho», dijo a la agencia de noticias Adnkronos Alessandra Mussolini, nieta del Duce y diputada del Parlamento Europeo por el partido del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. «Es una película que no pone en boca de mi abuelo cosas que jamás dijo (…), simplemente recoge las reacciones de la gente al verlo vivo».
Por Alvise Armellini