(dpa) – Tras un año de presidencia en el que dividió al país con sus ataques a inmigrantes, musulmanes, medios de comunicación, políticos y deportistas negros, entre otros, Donald Trump lanzó la noche del martes un mensaje de unidad ante el Congreso de Estados Unidos y proclamó un nuevo tiempo del sueño americano.
«Este es nuestro nuevo momento estadounidense. Nunca antes ha habido un mejor tiempo para empezar a vivir el sueño americano», manifestó en su primer discurso sobre el estado de la Unión tras un año en el que, según analistas y estudios publicados, ha polarizado el país.
En la nueva era que anunció, Trump incluyó la reversión de una medida que en su día contribuyó a que su predecesor, Barack Obama, fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz: el cierre de Guantánamo.
«Acabo de firmar un decreto (…) para mantener abiertas las instalaciones», anunció sobre el centro de detención de presuntos terroristas abierto en Cuba por el también republicano George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Alberga actualmente a 41 internos.
El discurso sobre el estado de la Unión es el más importante del año del presidente de Estados Unidos, que hace en él balance del año anterior y fija las prioridades para el año en curso. Trump llegó a él con una popularidad de alrededor del 40 por ciento -lo que lo convierte en el mandatario peor valorado tras un año de presidencia- y políticamente marcado por la investigación de la llamada trama rusa. Cada vez parece mayor la probabilidad de que el fiscal especial Robert Mueller lo cite a declarar directamente en ella. A Rusia la mencionó solo de pasada en un frase en la que habló de «rivales» como ella y como China.
Con una llamativa corbata de color azul eléctrico, adoptó el tono presidencial del que muchas veces carece y pronunció un parlamento de casi hora y media en una sala del Capitolio abarrotada y con todas las autoridades del país presentes.
Ausente estuvo más de una docena de legisladores demócratas que no acudió como protesta contra él. Muchas legisladoras vistieron de negro como celebridades de Hollywood en la entrega de los Golden Globes en solidaridad con las víctimas de abusos sexuales. Al paso de su caravana desde la Casa Blanca hacia el Capitolio lo esperaron manifestantes en los márgenes de la Avenida Pensilvania.
Se esperaban con expectación las palabras de Trump sobre inmigración tras la propuesta de legalizar la situación de 1,8 millones de jóvenes indocumentados, los conocidos como «dreamers» (soñadores), que hizo la semana pasada la Casa Blanca poniendo como condición duras exigencias. Entre ellas, 25.000 millones de dólares para construir el muro en la frontera con México y para aumentar las deportaciones de los demás sin papeles, así como un profundo cambio de sistema que reduciría la inmigración legal drásticamente.
No hubo nada nuevo al respecto. Trump repitió esa propuesta en una sala del Capitolio en la que se sentaban varios «dreamers» invitados por los demócratas, cuyos semblantes no abandonaron la seriedad en toda la noche. «Mi obligación es proteger a los estadounidenses porque los estadounidenses también son ‘dreamers», justificó Trump sus condiciones. Volvió, una vez más, a ligar inmigración con violencia y crimen. Y como prueba señaló a los padres de dos jóvenes asesinados presuntamente por la Mara Salvatrucha en Nueva York a los que llevó invitados al Capitolio.
«Es momento de reformar estas normas migratorias obsoletas y llevar finalmente nuestro sistema migratorio al siglo XXI», proclamó. «Por más de 30 años, Washington ha intentado solucionar este problema y ha fracasado. Este Congreso tiene que ser el que finalmente lo haga».
En materia comercial no mencionó el Nafta, pero volvió a asegurar que trabaja para «arreglar los malos acuerdos económicos», que es como suele referirse al tratado de libre comercio con México y Canadá. «La era de la rendición económica ha terminado», dijo el día después de que terminara en Canadá la sexta ronda de negociación del también llamado TLCAN, que amenaza con hacer volar por los aires.
En materia económica, sacó pecho por la buena marcha de un país que crece al 3 por ciento, registra una tasa de desempleo del 4,1 por ciento y en el que la Bolsa bate récors. Celebró también su reforma fiscal que, realmente, es el único éxito legislativo que ha tenido en su primer año de Gobierno. Y para destacarlo llevó como invitados a dos empresarios que han agrandado su empresa con más trabajadores gracias, aseguran, a los recortes de impuestos.
En el capítulo de política internacional habló de Corea del Norte, advirtiendo de nuevo de la amenaza nuclear que supone el régimen de Kim Jong-Un para Estados Unidos. «La experiencia pasada nos ha enseñado que la complacencia y las concesiones solo invitan a la agresión y la provocación. No voy a repetir los errores de administraciones anteriores que nos llevaron a esta peligrosa posición», aseguró desafiante.
Sobre América Latina solo habló para decir que su Gobierno ha impuesto «duras sanciones a las dictaduras comunista y socialista de Cuba y Venezuela».
Por Sara Barderas