Melbourne, 26 ene (dpa) – Está en juego el número uno del mundo, el primer título de Grand Slam y un premio de 3,2 millones de dólares. Pero, sobre todas las cosas, la final de mañana en el Abierto de Australia dará a Simona Halep o a Caroline Wozniacki la posibilidad de saldar algunas cuentas pendientes en el tenis y la vida.
Tras dos finales de Grand Slam perdidas cada una -Halep cayó en Roland Garros 2014 y 2017 y Wozniacki en el US Open de 2009 y 2014-, ambas buscarán demostrar el sábado que además de haber alcanzado la cima del ranking pueden ser grandes campeonas.
Halep, una de las jugadoras más constantes en los últimos años, carga con el estigma de ser una número uno de supuesto bajo calibre, de haber llegado a la cumbre del cambiante circuito femenino sin haber ganado un Grand Slam.
La rumana no cuenta con el aura de figuras como la estadounidense Serena Williams ni tampoco con los patrocinadores. Para sorpresa del mundo del tenis, la número uno está jugando el Abierto de Australia sin sponsor tras haber llegado a su fin el vínculo que tenía con Adidas. Halep usa en cada encuentro un vestido rojo sin marca que compró a unas costureras chinas en Internet y una visera con el logo del torneo.
«Era un sitio en China. Me enviaron unas fotos y en 24 horas tenía el vestido. Todo perfecto», dijo con una sonrisa apenas arribó a Melbourne. «Hoy encuentras todo por Internet», señaló la rumana, que decidió tomarse un tiempo para elegir qué marca usará en el futuro.
No es el único ni el mayor sacrificio que hizo Halep a lo largo de su carrera. A fines de 2009, decidió someterse a una operación para reducir el tamaño de sus pechos. «Me creaba problemas al sacar y me provocaba unos fuertes dolores de espalda», dijo hace unos años en una entrevista. «Tampoco me gustan en mi día a día. También me habría operado aunque no fuera deportista».
En un circuito que premia cada vez más la potencia, la rumana de 26 años se destaca por su perseverancia y su juego táctico. Lleva entre las diez primeras desde febrero de 2014 y en octubre del año pasado tuvo finalmente su premio al desplazar a la española Garbiñe Muguruza de la cima del ranking.
Sin embargo, a su carrera aún le falta algo. «Ganar un Grand Slam, honestamente, sería algo más grande que el número uno», dijo tras su pasaje a la final en Melburne. «Es mi sueño».
La rumana, que llega a la final tras haber salvado match points en dos de sus encuentros en Australia, se prometió ser esta vez más valiente que en las finales perdidas en Roland Garros, pero también disfrutar del momento. «Quiero dar lo mejor en la final y no pensar en el título. Si viene, vendrá».
Del otro lado de la red, sin embargo, tendrá a un rival que aspira a lo mismo. A sus 27 años, Wozniacki quiere volver a lo más alto después de haber pasado por momentos difíciles en lo deportivo y lo personal.
La última vez que ocupó el número uno del mundo fue en enero de 2012, hace exactos seis años. La danesa era, por entonces, una de las figuras emergentes del circuito. Carismática, extrovertida y ocurrente, llegó a inventar en el Abierto de Australia de 2011 que había sido atacada por un canguro. Ante la enorme repercusión generada, debió aclarar que era una broma y al otro día acudió a la rueda de prensa con un canguro de juguete.
En aquel torneo, quedó fuera ante la china Li Na en semifinales después de haber tenido punto para partido, y con el paso del tiempo su tenis se fue apagando. La jugadora pasó a ser noticia por su matrimonio fallido con el golfista norirlandés Rory McIlroy, que la dejó cuando ya estaban comprometidos y enviadas las invitaciones a la boda.
Aquellos tiempos, sin embargo, ya quedaron atrás para Wozniacki, que volvió a recuperar su mejor tenis y el amor. A fines del año pasado se comprometió con el jugador de baloncesto David Lee y dentro de la cancha brilló con la conquista del Masters de Singapur y el ascenso al segundo lugar del ranking.
«Tener a David a mi lado, con la carrera increíble que ha tenido en la NBA, siempre ayuda. Siempre es muy positivo y alegre todo el tiempo. Es fantástico tenerlo a mi lado», señaló la danesa, que también aseguró haber evolucionado en su tenis en los últimos años.
«Cuando estás más grande adquieres más experiencia, aprendes a leer mejor el juego. Creo que he añadido algunas cosas a mi tenis, aunque manteniendo la base de lo que me ha hecho exitosa», afirmó tras su acceso a la final, donde buscará el sábado lograr el mayor éxito de su carrera.
El duelo entre Halep y Wozniacki marcará un antes y después para alguna de las dos. Pero la sugerencia que dio hoy a ambas Roger Federer, un hombre que ganó 19 Grand Slams, es disfrutar del momento.
«Me gustaría estar en esa posición. Estar por ganar tu primer Grand Slam es uno de los mejores momentos que puedes vivir en el tenis. Recuerdo cuando gané mi primer Grand Slam ante (Mark) Philippoussis (en Wimbledon 2003). Fue único», recordó el suizo. Este sábado, Halep o Wozniacki experimentarán una sensación similar.
Por Tomás Rudich (dpa)