(dpa) – Para un invidente, gestos tan sencillos como pedir un café en una máquina de vending pueden suponer todo un reto: lo que antes eran botones se ha sustituido en muchos casos por pantallas táctiles que hacen casi imposible su uso para una persona con discapacidad visual. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, con muchos electrodomésticos, desde placas de inducción a lavadoras.
¿La solución? Un modesto dispositivo en cuya pantalla aparecen unas protuberancias de plástico transparente, que permite leer los comandos correspondientes con la yema de los dedos, explica Thomas Schmidt, de la asociación alemana de ciegos y personas con dificultades de visión ABSV. «Nuestro objetivo es que los electrodomésticos estén libres de barreras», añade.
Según un estudio publicado en la revista «The Lancet», después de que el número de invidentes y personas con visión reducida disminuyera en todo el mundo en los últimos 25 años, la tendencia es que aumente en el futuro.
El objetivo de la Organización Mundial de la Salud de reducir en un 25 por ciento para 2019 causas evitables como las cataratas o los defectos de visión no corregidos parece estar muy lejos, señala en la investigación la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB). Al contrario: se prevé un aumento del 5,6 por ciento para 2020. Además, el esperado incremento de casos de diabetes y el envejecimiento de la población también repercutirán en la visión.
Que el mundo está hecho para quienes ven perfectamente queda claro visitando una de las tiendas de ABSV: entre los centenares de artículos que ofrece la asociación hay desde los clásicos bastones a básculas parlantes, relojes con agujas que se pueden tocar, aparatos que se colocan al borde de cualquier recipiente de cristal y señalan de manera audible cuando se llega al tope de llenado o dispositivos que indican el color de una prenda de ropa.
Y no hay que olvidar el smartphone. Si continúa la tendencia de manejar los electrodomésticos por comandos de voz a través de estos teléfonos, podría suponer un avance enorme para los invidentes, apunta Schmidt. No obstante, este tipo de tecnologías digitales son abrazadas por los jóvenes, pero muchas personas con problemas de visión tienen una edad en la que les resulta difícil lidiar con la tecnología.
Mientras tanto, la escritura Braille continúa siendo una ayuda esencial para quienes tienen visión reducida o nula. Según Schmidt, se puede aprender con la edad, aunque lógicamente no resulta tan fácil como para quienes son ciegos de nacimiento. Y como subraya en vísperas del Día Mundial del Braille, que se conmemora el 4 de enero en recuerdo al nacimiento de Louis Braille, el método también ha dado el salto a la era digital.
Los dedos de Schmidt se desplazan rápidamente por la línea de Braille, un pequeño listón que se coloca bajo el teclado del PC con el que puede controlar lo que ha escrito a través del sistema de mecanografía. Cada vez que presiona una tecla, unas minipartículas de plástico traducen lo que escribe al lenguaje de puntos.
Aunque actualmente este equipamiento sigue costando varios miles de dólares, antes era tan caro como comprarse un coche pequeño. Además, se puede complementar con programas que leen en voz alta los contenidos de la pantalla. Gracias a ello, la escritura Braille ya no sólo se reduce al papel, entre otros factores porque los libros en Braille no tienen precisamente un formato de bolsillo.
En el futuro seguramente sean muchas las tecnologías que faciliten la vida a quienes no pueden ver. Algunas ya están desarrolladas, aunque a muchos les parezcan productos de ciencia-ficción, como gafas que leen en voz alta las señales de tráfico o la carta de un restaurante. O cinturones de navegación: se introduce el destino en el smartphone y, mediante vibraciones, éste indica si ir hacia la derecha o la izquierda. No obstante, aún queda mucho para que estos formen parte del día a día.
Por Gisela Gross