Madrid, 13 feb (dpa) – Hace una década, a muchos aficionados del Real Madrid se les habría dibujado una sonrisa al conocer que su equipo se mediría al Paris Saint-Germain en unos octavos de la Liga de Campeones. Ahora a más de un hincha blanco le tiembla la voz y gran parte de la culpa la tiene el talonario de Nasser Al-Khelaifi.
El Real Madrid es históricamente uno de los clubes de fútbol más ricos y derrochadores, una de las instituciones deportivas con mejor imagen de marca. Sin embargo, su rival en la eliminatoria que arranca mañana en el Santiago Bernabéu tiene una chequera que por ahora no conoce límites.
Qatarí, de 44 años, ex tenista y hombre de negocios con una excelente relación con la familia real de su país, Al-Khelaifi es el presidente del PSG desde 2011, cuando aterrizó en París con un único propósito: hacer del PSG el mejor equipo del mundo. Ello implica ganar la Champions, lo que a su vez obliga a tener a los mejores jugadores del mundo. Eso, lógicamente, se traduce en dinero. Dinero para los fichajes y dinero para pagar esas nóminas de siete y ocho cifras.
En los meses de julio y agosto de 2010, un año antes de la llegada de Al-Khelaifi, el PSG gastó nueve millones de euros en fichajes. Lo que ocurrió después -y sigue ocurriendo- es una auténtica lluvia de millones: en las siete temporadas siguientes, el PSG invirtió 1.115 millones de euros en fichajes -contratos aparte- y vendió a jugadores por 218 millones. El saldo son unos números rojos de -897 millones.
El primer astro que fue seducido por los billetes fue Javier Pastore y después desfilaron por la ciudad de la luz jugadores de la talla de Zlatan Ibrahimovic, Marco Verrati, Edinson Cavani, Ángel di María, David Beckham o Julian Draxler. El PSG se convirtió en el mejor equipo de Francia, pero siempre tropezaba en Europa.
Hace unos meses, en el verano europeo, rompió la banca: pagó 220 millones de euros por Neymar y consiguió la cesión de Kylian Mbappé comprometiéndose a abonar 180 millones en 2018.
La pregunta es obvia: ¿de dónde sale tanto dinero? Y la respuesta es clara: de Qatar. El pequeño país del Golfo Pérsico tiene tales reservas de gas y petróleo que invierte cantidades ingentes de dinero en lo que se conoce como «soft power», una estrategia diplomática para mejorar su imagen internacionalmente.
Los billetes fluyen de Doha a París a través del Fondo Soberano de Qatar y de la cadena BeIN Sports, dueña de los derechos televisivos de numerosos eventos deportivos. Al-Khelaifi es el presidente de ese canal.
¿Y por qué Al-Khelaifi? El jeque no pertenece a la familia real del autoritario emirato árabe, pero está muy bien relacionado con los Al-Thani, el apellido de la dinastía. Al-Khelaifi fue desde joven íntimo amigo del actual emir, Tamim bin Hamad Al-Thani, un amante del deporte.
No obstante, semejante derroche no ha pasado inadvertido para la UEFA, la confederación europea. Desde hace años existe el «fair play financiero», que obliga a los clubes a no gastar más de lo que ingresan. Por eso, muchos clubes ven en el PSG un «doping financiero».
De momento, la UEFA tiene abierta una investigación y promete llegar hasta el fondo del asunto. «No hay equipos grandes o chicos en este tipo de investigaciones. No me importa quién sea, si hizo algo malo hay que sancionarlo. Esta investigación va a estar lista antes del inicio de la próxima temporada», dijo recientemente el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, al diario argentino «La Nación».
Por Ignacio Encabo (dpa)